El sur de Filipinas, conocido como Mindanao, hay 13 tribus musulmanas, y la iglesia cristianas que vive en estas regiones últimamente se enfrenta a presiones y persecución por parte de las familias y los líderes y miembros de la comunidad por la fe en Jesucristo.
El joven Muksin es un pescador. Es seguidor de Isa (Jesucristo) junto con su familia. Cuando Muksin volvía a su casa después de pescar, un hombre que no es Cristiano se burló de él diciendo: «Mira a Muksin. No puede mentir porque va a la iglesia«. Muksin entonces respondió: «Los dos somos iguales. Tú tampoco puedes mentir porque adoras en la mezquita«.
El hombre se molestó; no esperaba que Muksin dijera algo así, en respuesta, el hombre le dio un puñetazo en la cara a Muksin. Esto fue chocante porque en esta comunidad, las peleas verbales eran más comunes que las físicas. Las peleas físicas eran casi inauditas.
La cara de Muksin estaba herida y se fue a casa sangrando. Sus padres estaban conmocionados por lo ocurrido y no sabían qué hacer. Sabían que el hombre que golpeó a Muksin era una persona muy influyente en la comunidad porque forma parte del Tablighi Jamaat (movimiento misionero islámico). Este grupo es un «movimiento misionero islámico suní de transición». Animan a sus miembros a practicar su religión de acuerdo con la época del profeta Mahoma, sobre todo en los rituales, la vestimenta y el comportamiento.
Al día siguiente, el hombre volvió a pasar por delante de su casa e intentó provocar a Muksin. No había necesidad de que pasara por allí, pero lo hizo con la intención de provocar algo. Cuando el padre de Muksin lo vio, salió a la calle. En un arrebato de ira, golpeó al hombre en la cabeza y lo hirió
El padre del joven Muksin se dio cuenta de lo que había hecho y volvió a entrar, pero el acto estaba hecho. El hombre denunció inmediatamente a las autoridades y la familia de Muksin fue multada.
La familia preguntó a los funcionarios encargados: «¿Qué tipo de multa le van a cobrar a este hombre por haber golpeado primero a Muksin y haberlo provocado?«. Pero las autoridades los ignoraron.
La familia de Muksin no tenía dinero, así que pidió prestado a su familia para pagar la multa, pero no fue suficiente. Las autoridades no lo dejaron pasar, fueron a casa de Muksin y obligaron a su familia a pagar un precio aún más alto.
Su familia estaba muy triste por tener que pagar una multa, pero lo que más les entristeció fue que su hijo fuera el primer objetivo. El padre de Muksin todavía camina con una pesadez de arrepentimiento por haber recurrido a la violencia en lugar de al amor. Sabia en su corazón que Dios no está contento con lo que hizo. «Incluso cuando una persona nos hace daño físicamente, no debería haber recurrido a la violencia. No está permitido en el Kitab (Biblia)«, dijo.
Este incidente ha hecho que Muksin y su familia vivan con miedo. No pueden ir a ninguna parte sin el riesgo de que los atrapen o los maten. Es un reto incluso salir a comprar comida. La familia se ha planteado abandonar la comunidad de la que proceden.
Fuente: Puertas Abiertas