Bienaventurada la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que escogió por su heredad. Salmos 33:12
Toda gran construcción histórica tuvo su gesta, hace más de dos siglos atrás, había una decisión que no podía demorarse más. Un 25 de mayo de 1810 se definió la historia argentina y de esta manera comienza el camino que nos vio nacer como país independiente. Esto no sucedió espontáneamente, sino que se gestó en batallas y en círculos políticos criollos durante mucho tiempo.
El territorio que hoy conocemos como República Argentina, estaba bajo dominio español y formaba parte del Virreinato del Río de la Plata. Así fue que el 25 de mayo de 1810, en el Cabildo Abierto que se convocó en dicha ciudad, se anunció la formación de una junta de gobierno local, se trató de la Primera Junta, lo que hasta el día de hoy se considera como el «primer gobierno patrio»
Qué importante es saber la historia que se construye y traspasa nuestras generaciones; trascendentalmente esta misma une los sucesos del pasado y los del presente. La construcción de una nación es el resultado de la toma de decisiones, de lucha, de valentía, de trabajar mancomunadamente, de alcanzar objetivos, etc.
Como hijos de Dios, sabemos que hemos recibido la libertad y la salvación por medio de Cristo en la Cruz. Poder ser buenos ciudadanos, portadores de paz, de amor, de esperanza y salvación es lo que nos debe identificar. Así como en aquel tiempo, un grupo de hombres y mujeres buscaban el bienestar, el progreso y una ansiada libertad; que nosotros hoy como hijos de luz (ya siendo libres por medio de Cristo) seamos capaces de reconocer la necesidad y que esta nos lleve a tomar decisiones claves, para cambiar el destino de una nación; eso no podrá lograrse sin la guía y la divina intervención de Dios. Tu lugar, tu ciudad, tu país te necesita, velando por él, trabajando en la sociedad para marcar un legado que será recordado, como hoy recordamos nosotros esta fecha, con tanta alegría y felicidad.
Sigamos construyendo y haciendo historia, no tengo dudas que tus generaciones postreras lo agradecerán. Cristo en nosotros la esperanza de gloria, declaramos Su señorío sobre las naciones y que el mundo entero reconocerá que hay un Salvador en la historia de la humanidad: Jesús.