Joyce Lin, hija de inmigrantes taiwaneses, sintió el llamado de Dios cuando descubrió que la aviación misionera podía aglutinar sus tres pasiones: servir a Dios, los ordenadores y pilotar.
“La familia de Mission Aviation Fellowship (MAF) está profundamente entristecida por la pérdida de su colega y amiga, Joyce Lin”.
Con estas palabras, la misión estadounidense MAF el pasado 12 de mayo.
Lin partió del aeropuerto de Sentani, Papúa, Indonesia, temprano en la mañana del 12 de mayo, pilotando un avión MAF Kodiak. La misionera estaba respondiendo a las necesidades de la aldea de Mamit en las tierras altas de Papúa y la carga en el avión incluía kits de prueba rápida COVID-19 para la clínica local. A los pocos minutos del despegue, Lin informó de una emergencia y el avión se precipitó al lago Sentani. Joyce era la única persona en el avión.
A Joyce Lin le sobreviven sus padres y dos hermanas.
“Se aprecian las oraciones por su familia en este momento de pérdida repentina, así como las oraciones por el equipo de MAF Papúa que trabajó a su lado”, dicen.
ECO EN LA PRENSA INTERNACIONAL, TAMBIÉN EN ESPAÑA
En España la noticia ha suscitado el interés del Diario El País, el más leído, que le ha dedicado una nota en el día de ayer.
“La historia de Joyce Lin ha conmocionado a los habitantes de la remota región de Nueva Guinea”, informa EL PAÍS. “El pasado viernes, unas 300 personas se congregaron –con las mascarillas puestas y marcando la distancia física– en el funeral de la piloto y misionera, que ha muerto a los 40 años. ‘Murió haciendo lo que amaba: servir a la gente que quería en un lugar que adoraba, algo que sentía como su profunda vocación’, ha señalado una amiga cercana, Christy Geaslen, cuyo esposo trabajó con Lin”.
“Las autoridades indonesias rescataron el cuerpo y los restos de la avioneta de las aguas, aunque las causas del accidente siguen bajo investigación por las autoridades en Jakarta, señaló un portavoz de la ONG para la que trabajaba Lin, Mission Aviation Fellowship, una organización cristiana de EE UU.”
“La misionera y piloto contaba con diez años de experiencia como piloto. En los últimos dos meses se había dedicado a llevar materiales de protección contra la covid-19 a lugares remotos de Nueva Guinea. En algunos de sus desplazamientos evacuó también a personas afectadas de otras enfermedades para poder ingresarlas en hospitales.”
“Lin, hija de inmigrantes taiwaneses en EE UU, había trabajado como experta en ciberseguridad para las Fuerzas Aéreas de su país y también en una empresa privada, pero lo dejó todo para dedicarse a la labor misionera. ‘Muchas veces, cuando la gente piensa en un misionero, no caen en lo que yo hago’, había dicho en un vídeo corporativo de su ONG. ‘No piensan en pilotar un avión o reparar un ordenador. Piensan en alguien que va por ahí evangelizando, y eso no es lo que hacemos la mayor parte del tiempo’”.