Los Fulani decapitaron a un cristiano y a su hijo de 7 años y asesinaron a un Pastor que había sido secuestrados dos semanas antes, todo esto durante dos ataques en el norte de Nigeria, según los reportes.
Thomas Wollo, de 46 años, y su hijo de 7, Nggwe Thomas, fueron decapitados por extremistas cerca de su hogar en la aldea de Tafigana, en el Estado de Plateu; cuando ambos volvían de un ensayo de coro cerca de las 8:50 p.m. del domingo, según reportó la organización International Christian Concern.
Zongo Lawrence, el vocero para la Asociación de Desarrollo de la Juventud Miango, dijo que los atacantes destruyeron gran parte de una granja cerca de la aldea, después de atacar.
«Diecisiete de nuestra gente fueron asesinados por los Fulani en lo que va del año. La comunidad internacional debería acudir en nuestra ayuda; estamos bajo un duro yugo», dijo Lawrence.
En el estado de Kogi, el pasado jueves, el Rev. Danlami Yakwoi de la Iglesia Evangélica Ganando a todos, murió en cautividad después de ser torturado por los Fulani, según reportó Morning Star.
Yakwoi había sido secuestrado junto a sus dos hijos y a su sobrino en el área de Tawari el 12 de julio, según testificó la secretaria de la Iglesia, Musa Shekwolo.
Las noticias de la muerte del Pastor llegaron después de que uno de sus dos hijos fuera liberado.
La familia de Yakwoi pagó un rescate para la liberación del muchacho.
ICC identifica a los radicales Fulani como el cuarto grupo terroristas más letal a nivel mundial, sobrepasando a Boko Haram como la mayor amenaza para los Cristianos en Nigeria.
«Muchos creen que los ataques son motivados por el deseo de los jihadistas Fulani de apoderarse de las tierras, e imponer el Islam sobre la población; además, los ataques son alentados por el gobierno musulmán y su habilidad para mirar hacia otro lado ante las atrocidades», advirtió ICC en mayo.
La Sociedad por las Libertades Civiles y Aplicación de la Ley estimó en mayo que más de 1470 cristianos fueron asesinados en Nigeria solo en los primeros cuatro meses del 2021, la cifra más alta desde 2014. El número también sobrepasa a la media de 2019 en el mismo período.
Además, la organización estimó que en los primeros cuatro meses de 2021 más de 2200 creyentes fueron secuestrados.