Anatoly Chendemerov estaba repartiendo tratados con el texto ‘¡Debes nacer de nuevo!’ en el Distrito Federal Volgaen el sureste de Rusia. Fue multado con 6.000 rublos, equivalentes a U$80.

Sergey Krasnov estaba entregando periódicos cristianos y Nuevos Testamentos en Krasnodar, una ciudad del Sur. Fue multado con 5.000 rublos.

Seo Jin Wook,un surcoreano, se reunió con un grupo de 10 personas en privado en un hogar de Izhevsk, al oeste de Ural Mountains, para hablar del Evangelio de Jesucristo. Seño Jin le dijo a sus invitados que fueran y trajeran a sus amigos y familiares. Fue multado con 30,000 rublos y deportado a su país.

En los primeros 6 meses del 2020, más de 40 personas han sido pensadas por violar la ley anti-misionera rusa, según los reportes de Forum 18, organización que se dedica a dar a conocer las restricciones a la libertad religiosa. Las medidas de aislamiento de parte del gobierno no redujeron la persecución contra los creyentes.

Rusia lanzó en 2015 una ley que establece que todas las reuniones religiosas deben estar registradas. A esa regulación le siguió la ley anti-misionera de 2016. La legislación se consideró de tipo anti-terrorismo, que persigue el fin de prevenir extremismo extranjero que influencie en el país. En aquél momento, expertos religiosos advertían que no se sabía cómo iban a ser aplicadas estas leyes y que actividad serían prohibidas a partir de ellas.

 

Photo: Ilia Schelkanov / Unsplash

Fuente: Christianity Today