Oremos por la hermana Jamilya* de Asia Central. Conoció al Señor hace más de 10 años y visitó una iglesia clandestina donde todos los servicios eran ilegales. Sirvió en su iglesia como líder de jóvenes, donde creció en la fe y en su ministerio, pero un día su vida cambió de repente. Fue secuestrada por un hombre que quería hacerla su esposa a la fuerza. Los familiares de Jamilya decidieron dejarla con él y ella tuvo que obedecer.

Su vida familiar no era feliz. El esposo de Jamilya, Sardor*, no cuidaba de ella ni de su hijo, no buscaba el sustento familiar, la golpeaba y la engañaba. Ella oró por su esposo y le dio oportunidades, pero nada cambió, así que perdió la esperanza y decidió divorciarse de él. Sardor no quería perderla y fue a la iglesia, comenzó a asistir a las reuniones secretas y aceptó a Cristo o, más exactamente, fingió haberlo hecho. Sardor incluso ayudaba a su esposa en el ministerio como maestro de una escuela secreta los domingos.

Mientras tanto, él comenzó a colaborar con la policía secreta y extraditaba miembros secretos de la iglesia. Las redadas y arrestos en la casa de los creyentes eran más frecuentes, pero nadie sabía quien era el traidor. Un día llevó a la policía a su propia casa durante una de las reuniones secretas de los domingos. Jamilya fue arrestada y junto con ella su madre y su hermana que la ayudaban con la lección. Fueron llevadas a la estación de policía junto con 20 niños.

Según la ley, nadie puede enseñar a los niños ninguna doctrina religiosa, ni siquiera sus padres, es un delito. Jamilya, su madre y su hermana fueron multadas y advertidas de no predicarle a los niños, si no serían puestas en prisión. Su madre y su hermana pagaron las multas, pero Jamilya no pudo hacerlo porque su multa era muy alta para ella y había sido despedida de su trabajo al ser considerada como una “criminal”.

Jamilya se divorció de Sardor. Durante los dos últimos años ella ha estado viviendo con su madre y su hijo de 6 años en la casa de su hermano, que no es creyente. Jamilya no puede encontrar trabajo, no tiene dinero para pagar la multa y por eso es que puede ser arrestada nuevamente cualquier día. Tampoco puede servir en la iglesia porque está bajo el control estricto de la policía. Y ella no sabe qué responder a la pregunta de su hijo: ¿Dónde está mi padre y por qué él no viene a verme?… Por favor, oren por Jamilya, ya que está al borde de la desesperación, oren por su recuperación emocional y espiritual, oren por la recuperación de su vida y corazón quebrantados. Oren también por su pequeño hijo y su padre.

*Nombres cambiados para proteger su identidad

FuenteGP – PR