Mientras estaba sentada leyendo mi devocional diario, me topé con una oración en el libro de Sherri Gragg, Brazos Bien Abiertos (Arms Open Wide): «Muchas veces me he presentado ante ti temerosa, preguntándote Oh Señor, ¿no te importa?.»

Mientras leía la oración en voz alta, algo en mi se quebró, y comencé a llorar, todos los recuerdos vívidos de las veces que le clamé al Señor por mi deseo de tener familia, hijos, personas con quien envejecer, un esposo que fuera mi apoyo en tiempos difíciles. Lloré, pensando en los años de espera, de poder asimilar los «no es el tiempo aún» y «no todavía», y reviviendo los momentos en que me sentí olvidada por Dios quien decía amarme. Recordé los sentimientos de frustración e impaciencia y aún de decepción en mis cumpleaños, y la idea de que mi situación sería cada vez mas y mas desesperanzadora. Tal vez nunca encontraría las mas simple y a la vez compleja bendición de la vida: alguien a quien amar y que me ame también.

Oh Señor, ¿acaso no te importa?

De repente, en el silencio de mi cálido y simple apartamento, una suave y tranquila voz susurró palabras de confort clara y directamente a mi alma. Sentí una hermosa confirmación del amor y la bondad de Dios, de su protección y su interés por mi.

Fue uno de esos raros e irresistibles momentos donde sentí a Jesús cargándome, sosteniendome muy cerca suyo. Fue un destello del profundo amor que Él tiene por mi -todo estaba de pronto muy calmo, y realmente luminoso.

Entonces la voz me preguntó: ‘Y si nunca llega a haber un esposo -y si para siempre somos solo tu y yo- ¿igual seguirías junto a mi?’

No hubo pausa en mi espíritu. No necesitaba parar a pensar. Sólo una respuesta que sonaba cierta, fuerte y clara de mi corazón: ¡Sí Jesús! Te seguiré. Confiaré en Ti, y seguiré junto a Ti en medio de la espera.

 

Esperar y rendirse

La espera. Oh, esta temporada de espera interminable y frustrante y hasta a veces desesperanzadora. Esperar es una palabra que sigo escuchando ser susurrada a mi espíritu estos días, y es una palabra que estoy aprendiendo a apreciar más y más porque sé que toda buena y hermosa bendición de Dios toma tiempo. Abraham esperó 25 años por su hijo prometido. José esperó 13 años en esclavitud su destino prometido. Moisés esperó 40 años por la Tierra Prometida. ¡Y aún Jesús esperó! Él espero 30 años para empezar su ministerio terrenal que cambiaría el mundo.

Podemos aprender mucho durante el difícil proceso de la espera. En las duras temporadas de espera, Dios me lleva a entender y tener presente constantemente que tan estrecha y profundamente dependo de Él. Me lleva a renunciar a mis propios sueños, metas y planes y

rendirme enteramente a los Suyos. Y es solo cuando dejo de perseguir el éxito y empiezo a buscarle a Él, cuando puedo realmente ser exitosa en Sus términos.

Yo creo que esto es lo que Dios desea que veamos las mujeres solteras del gran ‘cuadro de su Voluntad’ y de todo el asunto de ‘esperar por el amor’. La espera no se trata de que Dios esté reteniendonos sin razón algo que nos hace bien -es acerca de Dios mostrándonos que cualquier cosa que podamos desear y que nos haga bien sólo puede ser encontrada en Él. Siempre se trata de Él. Después de todo, Él es el Alfa y la Omega, principio y fin, el que es y que era y que ha de venir (Apocalipsis 1:8).

 

Confiando mientras esperas

Así que, sí Jesús, confiaré en ti y te seguiré, aún si nunca llegara a casarme, porque sé que esta espera no se trata de un castigo -en realidad, quizá sea una protección. Se trata de prepararme para el tiempo en que recibiré tu bendición, en lugar de lanzarme a una relación sin tu aprobación y sin estar lista.

Este tiempo es para cultivar fortaleza, fe, y obediencia a Tu buena y perfecta voluntad en lugar de rendirme a mis imperfectos deseos. Es acerca de Ti amándome tan profundamente como para evitar que obtenga nada menos que lo que me complete y me acerque más a Ti.

Confiaré en Ti, te seguiré como los discípulos te siguieron -en ocasiones justo hacia los tormenta pero siempre directamente hacia su destino divino. Te seguiré sin importar qué.

No llego a entender completamente qué significa esto y si alguna vez estaré casada, pero sí sé que en éste momento, en Él, tengo paz y alegría y me siento completa. Tal vez mañana me asalte la duda nuevamente, pero sus misericordias se renuevan diariamente, y mi debilidad no sorprende a Dios ni pone a prueba Su Fuerza. Él me ama, y te ama a ti.

Creo que Dios se muestra de maneras diferentes en nuestras vidas, pero el lo hace de manera especial y única en la vida de las mujeres solteras que espera y le buscan con pasión. Y Jesús sabe bien como es el camino solitario ya que Él mismo lo transitó. En Salmo 27:14 se nos dice: Confía en el Señor, ¡ánimo, arriba!, espera en el Señor.

No sé como me sentiré mañana. Pero soy preciosa para Él. Tú eres preciosa para Él… Y eso es todo lo que importa hoy.

Mandy Hale