Una de las peores cosas que le puede pasar a cualquier niño es ser abandonado por sus padres. Cuando Claudia tenía 8 años de edad, su padre viajó desde su ciudad natal en el sur de la Provincia de Buenos Aires, a España, en busca de trabajo. La idea era que iba a regresar después de varios meses, pero los meses se convirtieron en años, y su padre nunca regresó. Claudia era la mayor de los hijos, y su madre, que luchaba por mantener a la familia, estaba poca en casa. No tenía nadie con quien podía hablar, y sintiendo la necesidad de cuidar a sus hermanos, Claudia hizo como muchos niños y reprimió su dolor en su subconsciente, y trató de seguir con su vida. Exteriormente, su vida parecía estar desarrollándose normalmente. Acompañaba a su madre a una iglesia evangélica, y a la edad de 10 años, recibió a Jesús en su corazón. Se convirtió en un miembro comprometido de una iglesia evangélica y cantaba en el grupo de música. Sintiendo la necesidad de ayudar a su familia, estudiaba mucho en la escuela, ya a la edad de 18 años fue aceptada para estudiar ingeniería en la universidad local.
En año 2010, cuando Claudia tenía 19 años, su familia pasó otro momento difícil. Sus hermanos menores estaban en una etapa de rebeldía y sin padre en el hogar, Claudia tomó la carga en sí misma. La falta de harmonía en el hogar afectó sus estudios que eran muy difíciles de rendir, y ella comenzó a sentir la presión cada vez más. Se sentía deprimida, y le resultaba difícil levantarse cada día para enfrentar la presión. Empezó a tener miedo y ataques de pánico. Un día, parecía que algo se quebró en su interior. Simplemente no podía salir de su habitación.No quería estar con nadie, ni quería comer. Sólo quería morir. Cuando salió de su habitación, se fue de la casa sin decir a dónde iba. Si su madre trataba de detenerla, se volvía agresiva y violenta. Varias veces su madre la encontró con cortes en las muñecas. La falta de alimentos la llevaba a delirar. Esta terrible situación duró 4 meses, y su madre Rosa estaba cada vez más desesperada. La única solución para Claudia parecía ser internada en un hospital psiquiátrico seguro.
Claudia se quedó en el hospital un mes, fuertemente sedada todo el tiempo. Fue diagnosticada con esquizofrenia. Empezó a comer de nuevo, y al fin de septiembre, se le permitieron salir con la condición de que tenía sesiones semanales con un psiquiatra y un psicólogo. A su familia le dijeron que ella tendría que renunciar a toda esperanza por estudiar, trabajar o llevar una vida normal, y que la terapia iba a durar un largo tiempo. Los medicamentos potentes que tuvo que tomar todos los días hizo a Claudia como un robot, incapaz de comunicarse. Para la familia parecía que no había esperanza.
Unos meses más tarde, una campaña evangelistica comenzó en su ciudad, y en la segunda noche, su madre la llevó consigo. Durante la mayor parte de la noche, se quedaron en sus asientos, debido a la enorme multitud, pero cuando casi terminó la reunión, Rosa llevó a Claudia hacia adelante, y se puso en la fila para recibir oración. El evangelista se detuvo delante de Claudia, y le hizo una pregunta simple: «¿Crees en Jesús? ‘. Cuando Claudia asintió con la cabeza, continuó «Entonces Él te hará libre.” Ella recuerda que cayó hacia atrás, y en el mismo momento fue cubierta por una paz profunda, que nunca había experimentado antes. Esa noche durmió profundamente, y al día siguiente, no quería tomar más medicamentos.
Claudia volvió a la campaña a la noche siguiente, todavía fuertemente sedada, después de meses de medicamentos potentes. Escuchó el mensaje, y luego fue trasladada a la carpa de liberación. Allí, en un corto tiempo de ministración, pudo perdonar a los que le había dañado, y renunciar a todos los pecados del pasado. «En algunos minutos, el Espíritu Santo hizo en mi vida lo que los psicólogos y psiquiatras trataban de hacer durante muchos meses”, comentó Claudia. En la última noche de la campaña, le dio testimonio a la multitud acerca de lo que el Señor había hecho en su vida, y les mostró la gran bolsa de medicamentos que tenía que tomar todos los días. «Cuando reprendimos a los demonios, la vieja Claudia se cayó. Fue una Claudia diferente que se levantó después! Ahora tienes una nueva vida en frente de ti. Aleluya!” declaró el evangelista.
Desde entonces, Claudia no necesitó tomar ninguna medicación. Dos meses después de la campaña, pudo empezar de nuevo sus estudios en la universidad. Asiste a una iglesia evangélica regularmente, y de nuevo canta en el grupo de música. Comparte su testimonio de lo que el Señor ha hecho en su vida, y esto ayuda a muchos otros jóvenes que están luchando con cosas similares. Siempre fue su deseo de grabar un CD de música de alabanza, y ya grabó varias canciones. Su situación familiar se transformó, y ahora hay una paz y alegría en su casa. En lugar de la pesadilla, sus sueños se hacen realidad!