Hoy tenemos el privilegio de disponer y disfrutar de innumerables versiones de la Biblia en español, en diversos formatos. Pero esto no fue siempre así.
En 1233, el rey Jaime de Aragón decretó un edicto que prohibiría la circulación, posesión y lectura de los libros del Antiguo y Nuevo Testamento en forma popular o vernácula. Contrario a la intención del creciente movimiento protestante, que buscaba la apertura y traducción de la Biblia para la lectura del pueblo, la iglesia católica no aceptaba ninguna traducción fuera de la Vulgata Latina.
Pioneros en la traducción
Pasaron años hasta que surgió, dentro de la misma iglesia medieval, la demanda de textos vernáculos como parte del impulso de renovación. Diferentes precursores desafiaron la restricción, asumieron riesgos y emprendieron procesos de traducción bíblica a las lenguas de la gente común. John Wycliffe, Jan Hus y Martín Lutero fueron algunos de los que hicieron esta tarea, a los que luego se sumó Casiodoro de Reina, monje Jerónimo del siglo XVI.
Durante su monacato en el monasterio de San Isidro del campo, en Sevilla, Casiodoro de Reina y doce de sus compañeros de vocación, dedicados a lectura de la Biblia y al examen de libros protestantes prohibidos, aceptaron la fe reformada que se propagaba por toda Europa.
No tomó mucho tiempo para que la inquisición, institución creada en el siglo XIII para combatir a todo aquel que se alejase de la fe que se proclamaba como oficial, iniciara una persecución incansable contra Casiodoro de Reina y sus compañeros. Esto los obligó a huir a Ginebra, Suiza, en 1557.
Luego decidió trasladarse a Inglaterra, donde fue amparado por la reina Isabel I. Fue durante su estadía en Inglaterra que Casiodoro de Reina comenzó con la traducción de la Biblia al español. Debido a enemistades, persecuciones y difamaciones, Reina se vio obligado a salir de Inglaterra y viajar a Amberes, Países Bajos. Luego se estableció en Fráncfort, donde continuó la labor de traducción. Allí completó la traducción del Antiguo Testamento en 1567.
En septiembre de 1569 se publicó la Biblia en español en la ciudad de Basilea.
Esta traducción, que tuvo el noble propósito de ponerla al alcance de los españoles en su propia lengua del corazón, fue conocida como la Biblia del Oso, porque tenía en su portada una ilustración de un oso comiendo miel de un panal. Este logotipo del impresor bávaro Mattias Apiarius fue ideado para evitar el uso de íconos religiosos.
Casiodoro de Reina fue condenado, perseguido y declarado “heresiarca”. Todos sus escritos fueron puestos en el listado de libros prohibidos. Finalmente, se instaló en Frankfurt, donde vivió hasta su muerte en 1594.
La Biblia del Oso fue prohibida pero, a pesar de las duras persecuciones por parte de la Inquisición, su lectura popular no pudo ser detenida. En los años siguientes la Biblia fue traducida a diferentes idiomas en distintos países.
En 1602, la Biblia del Oso fue revisada y publicada por Cipriano de Valera. Esta edición lleva el nombre de Biblia del Cántaro. En las comunidades protestantes esta Biblia es conocida como Reina Valera y ha sido por muchos años la versión de la Biblia más leída y aceptada en el mundo protestante de habla española.
Detrás de la incansable motivación por traducir la Biblia descansa un principio protestante básico que nos compromete: solo por medio de la Escrituras podemos conocer la verdad. Es por eso que como Sociedad Bíblica Argentina, día a día, reafirmamos nuestro compromiso constante con la obra bíblica mundial.
Anhelamos que toda la gente, en todo lugar, se encuentre con Dios y su Hijo Jesucristo a través de la Biblia, en el idioma en el que piensa y siente, en formatos que favorezcan el entendimiento, y sin que el dinero sea un impedimento.
Fuente: Sociedad Biblia Argentina