Hemos pasado un tiempo difícil en medio de los cuidados y los miedos de este tiempo que nos toca vivir, sale el sol y aunque una leve briza fría todavía nos recuerda que es el primer día de la esperada primavera, ver el sol y la gente nuevamente almorzando sobre el pasto nos da esperanza que lo duro ya se está alejando.
Hoy podemos repetir las palabras que el sabio Salomón, no sabemos después de que invierno escribió este interesante poema: Porque he aquí ha pasado el invierno, Se ha mudado, la lluvia se fue; Se han mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción ha venido, Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.
Ha pasado un invierno frío y con mucha escasez, algunos lo sufrieron mucho y están con angustia y hasta enojo en sus corazones. Pero se están mostrando nuevamente las flores con sus animosos colores y su fragancia que lo envuelve todo y lo cambia todo y todo vuelve a reverdecer.
Cuando el escritor descubre que se puede oír la voz de la tórtola, repetiré como dijo una vez un predicador, que analizaba frente a su auditorio este hermoso pasaje Bíblico, que esa paloma bien puede representar al Espíritu Santo que con su sutil voz nuevamente vuelve a comunicarse con un mensaje esperanzador y desea levantar el ánimo luego de un crudo invierno.
Esta sin duda es una primavera distinta, cuando estamos escuchando algunas voces de ánimo que nos permiten abrigar sueños postergados y abrazos aplazados. Muchos cultos vuelven a ser presenciales y poder estar más cerca de los que tal vez no sabíamos que amábamos tanto. Ahora podemos tener una mirada diferente y el valor de congregarnos aunque lo teníamos en estima, logra ahondar más en nosotros la importancia del estar cerca.
El tiempo de la canción ha venido, lo creemos y lo vivimos con entusiasmo, porque por más transmisión que hayamos tenido, cantar juntos y en un mismo espíritu nos llena el alma y queremos que de ahora en más vuelvan los encuentros de adoración y alabanza. Ahora entendemos que Dios habita en medio de la alabanza de su pueblo, pero ya no como frase, sino como una profunda realidad que hemos aprendido pagando un alto precio por esta lección.