Bienvenidas a nuestro espacio, nuestro espacio. Hoy quiero hablar de un tema real, no tan mencionado recurrentemente, una cuestión que nos atraviesa a todas de alguna u otra manera. Tal vez porque nos ha tocado repentinamente ser testigos de una situación que inevitablemente ocurrió, porque pasábamos caminando por allí; ó porque hemos oído de alguien cercano; ó porque día tras día los casos son alarmantes, ante un mundo revolucionado, y este tema al que hago referencia es al suicidio.
Según estudios actualizados, hay estadísticas que crecen a diario, estas son las interconsultas por salud mental, provocadas por tristezas constantes y problemáticas, ataques de ansiedad incontrolables que manifiestan el deterioro en la relación con el entorno, generando encierros y silencios ininterrumpidos.
Mencionaré dos países como ejemplos, uno de ellos es Colombia. Allí el suicidio es la segunda causa de muerte en niños y adolescentes. Las cifras no paran de incrementarse lamentablemente. El otro de ellos es Japón, con un incremento de hasta el 15% de suicidios en mujeres, marcando el año 2020 una nueva estadística de muertes en 11 años por este fenómeno. En hombres la cifra disminuyó a un 10%; pero de lo contrario en mujeres, el índice de suicidios dató de un 70% más en plena ola de la pandemia por Covid-19. Las cifras son verdaderamente amenazantes.
El suicidio es real, la antesala del mismo pueden ser tantos motivos, como la depresión, la ansiedad, la soledad, el sentimiento vacío ¿Por qué llama tanto la atención que se suicide gente que hemos visto “tan bien” a nuestro parecer? Esta es una pregunta tan recurrente y sustancial.
El suicidio es una enfermedad que poco se percibe a veces, y aunque los síntomas sean claros; la falta de empatía también lo es. ¿Cuál es nuestra postura al respecto?
La cifra a nivel mundial es proporcionalmente alarmante, más de 800 mil personas se suicidan por año alrededor del mundo, aproximadamente una persona muere por él cada 45 segundos. El suicidio es una de las causas principales de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años. La depresión se posiciona como la tercera causa principal en adolescentes. Hay causales muy bien identificadas: la violencia, la pobreza, la humillación, la falta de empatía, la soledad, la baja autoestima, la falta de acompañamiento, una vida sin Dios, la falta de identidad que él nos proporcionó, y no conocer el propósito por el cual fuimos creados, nos hace carecer de sentido y este es el punto en el que podemos replantearnos nuestra existencia.
Hoy te hablo a vos que llegaste a esta reflexión por casualidad, por curiosidad y que estás pasando por esta situación, que te sentís angustiada, que crees que la vida perdió el sentido. Dios te da un motivo para vivir, tu problema presente no vino a perpetuarse, pero Dios nuestro Padre, vino a darnos vida y en abundancia. No te sientas sola, estamos para ayudarte, no te calles, no dejes que el enemigo ponga pensamientos erróneos, tu vida vale mucho. Recordá que hubo alguien que derramó Su vida por amor a vos, hasta la última gota de su sangre; y si llegaste acá sin saber de quién te hablo, él es Jesús.
Finalizo dejándote este pasaje bíblico que está en las Escrituras, leelo en voz alta cada día y cada noche al descansar. Te abrazo fuerte, y acá estoy dispuesta a escucharte y acompañarte.
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice El Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Jeremías 29:11
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