Mediante estas cuatro cifras matemáticas que le dan un número en el tiempo al nuevo año, identificamos un período que ha de comenzar pasadas las doce de la noche de este sábado. El espacio al que nos referimos, tiene meses, semanas, días, horas, minutos y segundos. Mas el llamado divino sigue siendo el mismo del presente año, que aprovechemos bien el tiempo (Efesios 5:16). Hay un secreto en este mandamiento sagrado. que necesitamos considerar. Los invito a mirarlo mediante estas líneas.
Primero, el tiempo no se lee de igual manera en todo el planeta. Por ejemplo, Nueva Zelandia, recibirá el 2017, unas veinte horas antes que la costa Oeste de los Estados Unidos. Por unas horas, una parte del mundo estará en el año 2016 y otros países en el año siguiente. ¿Cuál es la causa de esto? El tiempo es un factor, que por diseño del Creador, está estrechamente relacionado con el movimiento y el espacio. La Biblia nos ofrece la primera referencia al tiempo, en la creación del universo, al decirnos que “… fue la tarde y la mañana un día”. Ese detalle hace evidente que el planeta tierra dio inicio a su movimiento de rotación sobre su propio eje, y de traslación alrededor del sol, para hacer venir los días, las estaciones y los años que cita Génesis capítulos 1 y 2. Si la tierra detuviera su girar, el tiempo se detendría, como ocurrió con el connotado milagro que hizo Dios con Josué (Véase Jos 10:11-13).
Segundo, cuando la Palabra nos manda a aprovechar bien el tiempo, allí está el sentido de instar a vivir en dirección a la voluntad de Dios. Aquellos jornaleros que tuvieron que responder la pregunta “… ¿qué hacéis aquí todo el día desocupados?”, estaban detenidos, por tanto, estaban desaprovechando el tiempo (Ver Mt 20:1-7). El requerimiento divino en Efesios 5:16, tiene el contexto de alguien que está adormecido y se le dice, “despiértate tú que duermes”, y quien a la vez, está moribundo, y hay que llamarlo, diciéndole, “levántate de los muertos”. Es uno que se ha detenido en la oscuridad, y aun así se le promete que, si se despierta, le alumbrará Cristo. En el mundo cristiano ¡hay tanta gente en esa condición, inmóvil, sin congregarse, sin evangelizar a alguien, postergando continuamente la obra de Dios!
Tercero, aquí es evidente que la voz divina tiene el poder de despertar a los que duermen, y resucitar a los muertos. Por tanto, se exhorta al que fue llamado, a prestar atención al nuevo andar, para que no camine más a la manera de los necios, sino de los sabios, y es ahí donde el apóstol inserta esta voz de acción, “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”. Son tan malos los días, que los santos deben moverse a hacer el bien. Entonces, se establece una lista de aquello en lo cual debemos usar el tiempo con sabiduría. Aquí está la tarea principal: “Sed llenos del Espíritu”, y para lograrlo, se debe también practicar esto: “… hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”. No se debe olvidar esta práctica: “… “… dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Ver Ef 5:14-20). El sentido es que la vida de intimidad con Dios, y el congregarnos entre hermanos, para alabar al Señor y agradecerle sus bondades, es una manera inteligente de movernos en el espacio de tiempo que Dios nos ha dado. Como resultado, seremos saturados del Espíritu Santo, y equipados para avanzar, permitiéndole al Señor que nos lleve al cumplimiento de su propósito. Saulo de Tarso fue salvo, y “en seguida predicaba a Cristo en las sinagogas… ” (Hch 9:20). Él experimentó que la llenura del Espíritu le daba la fuerza para moverse en el santo ministerio. Así lo testificó: “Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí… con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo (Ro 15:18,19). Él pudo discernir el momento de su partida a la eternidad, y lo escribió junto al testimonio de su mover ministerial: “… el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Ti 4:6-8).
Finalmente, cuando la Biblia habla de la Nueva Jerusalén, la ciudad eterna de los redimidos, muestra que “… sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche” (Ap 21:25). La razón está explicada en 21:1, “…porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”. Se acaba la tierra que rota, y también desaparece el sol, alrededor del cual giraba, y terminan, entonces, las fracciones de tiempo como el día y la noche. Apocalipsis 10:6 dice: “… y el tiempo no sería más”. Cuando acabe, los redimidos entraremos a vivir para siempre con el Señor (Ver 1 Ts 4:16,17).
¿No les parece, amados, que este movernos en el entorno donde Dios nos ha llamado, es una buena manera de recibir el año 2017? Hagamos la decisión de no perder el tiempo. Debemos rogar al Dios de toda gracia, que, en cada día del año nuevo, estemos girando alrededor de sus propósitos, hasta el día en que entremos en la ciudad que tiene fundamentos, a nuestra herencia inconmovible, la que permanece para siempre.