Muchos viven con la creencia errónea de que la vida cristiana es aburrida, apretada, y sin color. Las personas asocian el cristianismo con las cosas divertidas que no se les permite hacer, sin embargo, no tienen idea de lo que realmente es.
He estado en los dos lados de la cerca.
He vivido sin Dios por los primero 17 años de mi vida y básicamente probé todo lo que este mundo tiene para ofrecer. Vi como mi madre alcohólica se casaba y se divorciaba varias veces. Incluso antes de que alguien me hablara sobre Jesus, yo sabia que la respuesta no estaba en las cosa que había observado o probado. Muy adentro, sabia que todo eso era un final de muerte. Yo sabia que tenia que haber más, y eso me puso en una búsqueda existencial.
Con toda honestidad, hay algunas cosas que este mundo tiene para ofrecer que pueden ser divertidas – por un tiempo. Es como subirse a una montaña rusa a la que le faltan unos rieles: es una emoción hasta que llegas al lugar donde se detiene el camino, y entonces la diversión termina abruptamente.
Incluso la Biblia nos dice que hay placer en el pecado por un tiempo (Hebreos 11:25). Pero la Biblia también nos alerta que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). Cuando todo está dicho y hecho, el mundo solo puede ofrecer copias baratas de lo que es la felicidad genuina.
Si estas buscando que este mundo te haga feliz nunca estarás satisfecho.
Aun así, la Palabra de Dios revela el camino a la felicidad genuina. El salmista escribe: “¡Qué felices son los que temen al Señor y se deleitan en obedecer sus mandatos! (Salmos 112:1 ntv). Otra traducción dice que “todos los que temen a Dios y confían en Él son bendecidos más allá de la expresión” (tlb).
Muchos ven a esta vida como algo restringible, como un monitor de tobillo con una luz roja parpadeante. Pero de hecho es todo lo contrario. Los mandamientos de Dios no son como barrotes de una jaula en la cual mantenerte; son barreras de protección para mantener el mal fuera. Dios nos da parámetros y guías y absolutos por nuestro propio bien para mantenernos alejados de los problemas y la devastadora infelicidad que les sigue.
La Biblia nos dice que nunca busquemos primero la felicidad, sino que busquemos ser santos y veamos como la felicidad entra firmemente en nuestras vidas como una consecuencia de eso. No dejes que la palabra “santo” te confunda. Tal vez si lo escribo con otras letras, tendría un poco de más sentido: vive una vida de “compromiso completo” a Jesucristo, y como resultado serás feliz. Eso no significa que seguir a Jesus sea fácil o que los cristianos no enfrentan dificultad, enfermedad o incluso tragedia. Pero la felicidad que la Biblia promete es mas que el sentimiento, una versión reducida que tiene la cultura hoy día. La felicidad que la Biblia promete es real, duradera y plena.
Sin Dios, la vida nunca esta llena lo suficiente. Salomón, quien probó y tuvo de todo dijo, “Todo es tan tedioso, imposible de describir. No importa cuánto veamos, nunca quedamos satisfechos. No importa cuánto oigamos, nada nos tiene contentos” (Eclesiastés 1:8 ntv).
La felicidad fugaz que este mundo ofrece viene y va dependiendo de tus circunstancias. Pero la verdadera felicidad es producto de una vida con propósito. De acuerdo a la Biblia, si buscamos a Dios y descubrimos Su plan para nuestras vidas, realmente encontraremos la felicidad que se nos ha escapado.
No puedes encontrar felicidad simplemente buscándola. Solo la puedes encontrar al buscarlo a Él. Como dijo C.S. Lewis, “Dios diseñó la maquina humana para funcionar con Él”.
¡La razón por la que tienes este vacío dentro es porque nunca fuiste hecho de esa forma! No hay nada que este mundo ofrezca que pueda llenar ese vacío que fue creado por Dios mismo. La Biblia nos dice que Él ha puesto “eternidad en [nuestros] corazones” (Eclesiastés 3:11). Fuimos hechos únicos a imagen de Dios. Todas las posesiones, éxitos, sexo, fama o poder no llenaran ese vacío. Dios lo hará.
Así que, deja de buscar la felicidad, y en vez de eso, sigue al Señor con todo tu corazón, fuerza y mente. Y la felicidad vendrá a ti para quedarse. Por siempre.