Andrew Brunson, el que fuera por más de 20 años pastor de una iglesia protestante en Izmir (Turquía), ha cumplido ya un año en prisión.
En un proceso lento y sin garantías, el pastor ha sido acusado de “amenaza a la seguridad nacinoal” y colaboración con el golpe de estado fallido contra el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, en 2016.
Tras ser detenido junto a su mujer el 7 de octubre de 2017 (ella fue liberada tras unos días), Brunson ha pasado meses en una prisión de máxima seguridad, sin tener acceso a visitas de familiares, y al principio, ni siquiera a una Biblia.
El juez ha dicho que podría ser condenado a cadena perpetua.
El pastor ha negado contundentemente los cargos de espionaje y ha asegurado que no tiene relación alguna con el movimiento de oposición liderado por clérigo musulmán Fethullah Gullen, enemigo número uno del gobierno turco en la actualidad. Gullen reside actualmente en EEUU.
El pastor detenido ha insistido en sus apariciones mediante videoconferencia ante el juez del caso que su único interés en todo su tiempo en Turquía ha sido predicar el evangelio y que no tiene interés en movimientos políticos.
LA ESTRATEGIA DEL TRUEQUE DE PRISIONEROS
Recientemente, el presidente Erdogan dio a entender que aceptaría un trueque de prisioneros con EEUU. Turquía podría liberar a Andrew Brunson si se tramita, a cambio, la extradición de Gullen desde EEUU.
Christian Solidaity Worldwide, una organización que defiende a cristianos perseguidos en todo el mundo, ha reaccionado: “El proceso nos parece inaceptable, da la sensación de que Brunson ha sido usado como peón para conseguir la extradición de Gullen”.
PRESIÓN SOBRE TURQUÍA
El presidente Donald Trump y otros altos cargos del gobierno de EEUU también han pedido su liberación públicamente. Peticiones en internet también suman a miles de personas pidiendo que el pastor pueda sea liberado. Desde mediados de 2016, miles de funcionarios, jueces, periodistas, activistas y pensadores han sido detenidos por su supuesta vinculación con el intento de golpe de estado. La Unión Europea ha criticado duramente esta represión.