Hay algo tan fuerte que no tiene freno y representa a las piedras lanzadas, las mismas que una vez que fueron soltadas, no pueden ser regresadas, estas son: las palabras. No tienen vuelta atrás, y pueden causar daños irremediables e irreparables o no. 

Si de lenguaje hablamos, primeramente vamos a conceptualizar y definirlo como un sistema de signos a través del cual los individuos se comunican entre sí. Estos signos pueden ser sonoros (como el habla), corporales (como los gestos) o gráficos (como la escritura). Por extensión, se usa también la palabra lenguaje para referir a todo tipo de sistema de señales que permiten comprender un determinado asunto o transmitir un mensaje. Por ejemplo, el lenguaje musical, el cual tiene un sistema de escritura propio, etc.

Ahora bien, necesito graficar el impacto de las palabras en nuestro lenguaje, voy a ejemplificarlo como un instrumento cargado de explosivos y listo para ser descargado ante cualquier eventualidad. La Palabra de Dios, depura nuestras vidas, remueve las impurezas y renueva la fuente de agua viva que emana desde nuestro interior. Las Escrituras nos enseñan en el libro de Santiago 3: 10-11  “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?”

Hay un desafío para estos tiempos en los que la comunicación ocupa un lugar trascendental. Al comienzo de este artículo, les compartía sobre las maneras posibles en las que nos comunicamos, en las que expresamos lo que sentimos. Justamente, entonces en esta instancia es que deseo llamar a tu atención, y preguntarte: ¿Cuáles son las palabras que están emanando de tu interior? ¿Estás edificando o destruyendo? ¿Estás bendiciendo o maldiciendo? Mujer, es momento de realizar un análisis, el impacto de tus palabras debe expresar el lenguaje del amor, aquel que tenemos como guía en las Escrituras: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente  y  Ama a tu prójimo como a ti mismo”  (Lucas 10:27) 

¡Perdona, ama, reconcilia y habla lo que el Padre desea comunicar a través de tu vida; tu entorno lo necesita, el mundo lo precisa. Recuerda que el amor, fue expresado para salvación, reconciliación, edificación… y  las palabras de Jesús fueron elocuentes: «¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía». (Mateo 26:39) 

¿Existe otra manera de expresar el lenguaje de amor a través de las palabras? Sí, mediante las acciones que procedan de un corazón que ha sido perdonado, reconciliado, amado y aceptado. ¡Hoy te toca, es el día! Recuerda que primero lo hicieron con vos.

 

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