Después de la pandemia la humanidad se da cuenta que nunca volverá a ser como era, todo cambió y ya estamos lejos de lo que éramos o de lo que pretendíamos ser. Se cayeron los modelos perfectos que muchas veces se sostenían solo a base de nuestra imaginación adaptada.

Creíamos que éramos de tal clase social solo porque utilizábamos tales elementos o productos que sutilmente se nos instalaba en nuestra tabla de valores. Creíamos que gozábamos de cierta fama o popularidad por tener tantos seguidores o Me Gusta en las redes sociales.

También muchos líderes espirituales han aprendido que los «números» en el mover divino no tienen tanta importancia, que hay otros indicadores a los que hay que prestarle atención. Tenemos que entender que a lo que Dios limpio no lo podemos llamar común y que lo que el hace con comienzos muy pequeños adquieren notoriedad solo luego de demostrar fidelidad a traes del tiempo.

Se está produciendo cambios paradigmáticos que nos llevan a otras realidades, quedando obsoletos argumentos y modalidades que no reflejan la solución esperada y lo que es peor muy lejos de la verdad.

Las promesas, soluciones instantáneas o bendiciones sin ningún asidero Bíblico, utilizando pasajes mal interpretados o sacado de contexto, fueron expuestos ante la nueva realidad que en muchos los hizo caer en un descreimiento total o escepticismo. Por eso ahora debemos volver a las sendas antiguas, redescubriendo verdades que siempre estuvieron allí pero que nuestra ansiedad por llegar muchas veces más rápido.

Hoy Dios quiere sacarnos de este desánimo y ungir nuestras cabezas con aceite para que nuestra copa este rebozando. Cambiar de perspectiva frente al incierto panorama que los medios de comunicación anuncian repetidas veces, para que con fe en Dios sus hijos logren imaginar sin ver un futuro promisorio. Nos enfrentamos a los tiempos mas difíciles pero enfrentémoslo con esperanza.