En ocasiones, en nuestro caminar cristiano  nos es difícil encontrar el real sentido a las crisis, dificultades, perdidas, y adversidades de la vida.

Dentro de la Psicología postmoderna, al respecto, existe un término interesante, que se llama “Resiliencia”. Esto significa o expresa, el desarrollo de una habilidad a veces nueva que implica,»no sólo levantarse, sino más, salir fortalecidos y con nuevos aprendizajes de las adversidades de la vida». La resiliencia, con la que cuenta una persona, es su capacidad para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. La resiliencia se evidencia, cuando vemos un ajuste saludable a la adversidad que se experimentó. Podemos ver que a pesar de que lo padecido ha sido crítico, el sujeto logra superarse, despertando incluso a partir de las crisis, recursos latentes y aun insospechados. Como veremos, la resiliencia en un cristiano, se forma a través del conocimiento de Cristo mismo en su vida.  Esta empieza a descubrirse cuando la persona deja de cuestionar a Dios y preguntar porque me sucede esto a mí”, o  “si mi Vida hubiese sido diferente”, y pasa a dar gracias a Dios en toda circunstancia, y preguntarle “para qué” está permitiendo todo esto.

Podríamos trazar un paralelo entre este concepto traído de la Psicología, y decir que Resiliencia sería la Fortaleza que se ve reflejada cuando una persona se sobrepone y logra mejorar y tener más recursos que antes de la adversidad. Sabemos que, como cristianos, no contamos solamente con la Psicología como recurso, sino que primeramente contamos con un notable recurso, que es Dios mismo viviendo en nosotros. De esta manera remitiéndonos a Filipenses 4.13, podríamos afirmar, es Dios que guía y perfecciona y se hace fuerte en nuestra debilidad, dificultad, tribulación, o nuestras aflicciones. Charles Spurgeon, en una lecturas matutinas de su libro de devocionales para los 365 días del año cita Filipenses 4:15, asegura que todo lo podemos en Cristo, pero sin Cristo, pero cuando nos confiamos sin Cristo, nada podemos y fracasamos. Si compren-demos que las crisis son permitidas y empleadas por el Señor para nuestro bien, para que Cristo emerja de nosotros, entonces le permitimos a Él vivir en nosotros y manifestarse, nos fortaleceremos. En su  epístola a los Gálatas, Pablo  expresa cuanto anhelaba que Cristo fuese formado en los hermanos gálatas.

De igual manera, poco a poco, Cristo está siendo formado en nosotros. Dios sabe que hay más de Cristo por continuar dando forma en nuestras personas. Pablo también le escribe a los Romanos 5.3 algo bastante difícil de lograr, es acerca de “gloriarnos en la tribulaciones”. Es meditando y perseverando y esforzándose en esta gran verdad de que Cristo está en nosotros, que se puede experimentar esa fortaleza que está solamente en Dios, y volverse resiliente. Muchas veces las crisis son oportunidades que Dios el Padre permite para logremos un mayor crecimiento y madurez espiritual, y permitir salir a Cristo de nosotros hacia afuera. El Señor anhela manifestarse a través de sus hijos y lo obtendrá habiendo formado la imagen de Cristo en cada hijo de Dios. El camino a la resiliencia no siempre es fácil, puede haber obstáculos, y piedras a remover, pero el Señor ansía que cada creyente logre alcanzar su fortaleza. Algunas personas se vuelven más fuertes o resilientes sin demasiada ayuda, otras requieren la ayuda de consejeros o profesionales cristianos. Deseamos que cualquiera sea la circunstancia o aflicción que Dios este permitiendo en su vida, logre alcanzar esa Meta que el Padre se ha propuesto para usted, y logre fortalecerse en la prueba.

Dios le bendiga.