¡Bienvenida a este espacio, el tuyo, el mío, el nuestro!
Esta semana quiero compartirte una reflexión especial. Para ninguna de nosotras es una novedad que vivimos en una sociedad consumista. La demanda de la satisfacción inmediata por lo que no tenemos y la falta de contentamiento es uno de los principales problemas, que generan desesperación, ansiedad y que traen como consecuencias problemas en la administración de una economía sustentable y de un desbalance en demás áreas de nuestras vidas. Pero ¿Qué podemos hacer? Hay una respuesta para ello.
El deseo de honrar a Dios y no saber cómo, nos lleva a cometer muchos errores cuando corremos tras nuestros propios intereses. En tantas ocasiones y en el orden de nuestras prioridades, él tiene el último lugar. Una vez satisfechas nuestras necesidades, recordamos a Dios; pero gravemente caemos en el error, ya que lo que debiera ser prioridad, se convierte en postergación. La administración del recurso, habla mucho sobre nuestra madurez espiritual, y al llegar a esta instancia, entendemos que necesitamos ser equilibradas y mejorar nuestra experiencia personal. Precisamos comenzar a demostrar la fidelidad a Dios teniéndolo todo y no teniendo nada. Las Escrituras relatan en 1 Corintios 4:2 “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel”
Este principio no aplica sólo a quienes están en posición de administradores, nos está hablando también a nosotras, ya que debemos ser halladas fieles, porque si miramos nuestras manos, encontraremos que algo se nos concedió, y si algo hallamos es porque hay algo en lo que somos fieles. ¿De qué hablamos cuando mencionamos a la fidelidad? La RAE la define como: “la puntualidad, la exactitud en la ejecución de algo” Para Dios, la fidelidad refiere a quien es digno de confianza, mostrando rectitud en la intención del corazón reflejada en sus palabras.
Una vez que aprendes a honrar a Dios y a serle fiel en toda circunstancia, estarás preparada para disfrutar de una cosecha abundante, sólo sé cada día de tu vida esa mujer fiel, llena de fe y esperanza, sobrellevando tu situación actual, tal vez no sea la mejor; pero esta no vino para quedarse, si no para fortalecerte en el caminar. Hay una gran promesa en las Escrituras en 2 Corintios 9:10 “Pues es Dios quien provee la semilla al agricultor y luego el pan para comer. De la misma manera, él proveerá y aumentará los recursos y luego producirá una gran cosecha generosa en ustedes”.
¡Dios te bendice, porque seguirás siendo bendecida para bendecir!
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