¡Bienvenidas! 

Como cada semana, una vez más nos encuentra compartiendo y acercándonos a través de este espacio.  Días atrás reflexionaba sobre el motor que nos impulsa a la toma de decisiones, y realmente me tuve que poner a analizar minuciosamente, cuántas de ellas fueron a raíz de propias experiencias, sin identificar cuál fue el determinante que me llevó a pararme frente a ese momento. Tal vez llevada por el impulso, la falta de reflexión, pensando sólo en poder salir presurosa y arbitrariamente de tal situación. 

Seguramente, mientras lees este artículo, habrás pensado la cantidad de situaciones en la que te encontraste en aprietes como éste, y sin dar el espacio a la pausa ó la meditación tomaste una decisión sin pensar en las consecuencias. Repetí conmigo esto: ¡A mí también me pasó! 

Es inevitable no haber errado. Tal vez la motivación fue buena, pero la decisión no fue la adecuada,  al menos para ese momento. Pero te traigo una hermosa noticia, y es que ¡hay oportunidad para aprender de los errores!  La palabra de Dios nos invita a confiar, a descansar, a llevar y entregar cada preocupación en él. Justamente acá radica una de las grandes cuestiones: “estamos acostumbrados a llevar nuestras cargas, pero no entregarlas al lugar correcto” Cuando hacemos este acto, seguidamente del otro, entraremos en reposo. 

Justamente cuando aprendamos a despojarnos de todo aquello que hemos adquirido por experiencia, por la influencia externa, por mitos; y nos abrazamos a una relación con Dios, hallaremos dirección. Las escrituras nos señalan en el libro de Salmos 107: 30.

”Ante esa calma, sonrieron felices porque él los lleva a puerto seguro”

Diariamente nos encontramos frente a la toma de decisiones, pero ¡qué lindo sería! que a partir de hoy, ya no sea el orgullo, la experiencia, etc.,  aquellas que determinen qué destino incierto puede venir, tras la consecuencia de esta autosuficiencia; sino que estemos seguras, que al entrar al lugar de descanso, allí donde nuestras fuerzas serán renovadas, nos abandonemos a los brazos del Padre, para oír solamente Sus palabras que nos darán guía y dirección. En ese lugar nuestro corazón será moldeado, pero habrá certeza que aquella decisión que tomemos, nos llevará al destino que él preparó para nosotras. ¡Ten ánimo, si las cosas no salieron como las esperabas, aún hay oportunidad para reveer futuras decisiones! ¡Aprender a descansar en él, es la mejor parte de esta historia! 

Ahora sí, creo que estaremos en condiciones de responder a esta pregunta: ¿Por experiencia ó por relación con Dios?  No tengo dudas cuál será tu respuesta, porque también es la que siempre tomaré yo. 

¡Dios te bendice!

 

Photo: Anatol Lem / Unsplash