En la última publicación de Signposts, el presidente de la Comisión por la Libertad Ética y Religiosa de la Convención Bautista Sureña, contó que a menudo le preguntan los padres si deberían o no llevar a sus hijos a la iglesia, particularmente cuando los chicos no disfrutan hacerlo.
Una madre le había dicho recientemente que a su hija no le gustaba ir a la iglesia, y preguntó si cambiar de congregación podría resolver el problema.
Antes que nada, «tienes la responsabilidad como padre de ser líder espiritual y quien discipline a tu hija, una evangelista para tu muchacha,» dijo Moore.
«Tu primer llamado es a ser evangelista, y eso quiere decir que le debes dar prioridad a reunirte a adorar junto al pueblo de Dios, y poner tu vida bajo la Palabra de Dios y participar de los servicios religiosos junto a otros creyentes.»
Los padres que se aseguran que sus hijos tengan una buena educación en matemáticas, lengua, química y cualquier otro curso académico, porque saben que es lo mejor para ellos, pero permiten que sus niños falten a la iglesia simplemente porque no les agrada ir, están dejando bien en claro cuáles son sus prioridades. Y esas prioridades son puramente «atrás», remarcó Moore.
«Lo que le das a entender a tus hijos es ‘lo más importante es tu éxito externo’ y ‘y lo que importa es que triunfes en el mundo'», aclaró Moore. «Y que adorar a Dios realmente no importa tanto, es la señal que reciben los chicos con esta conducta.»
Respecto de si cambiar o no de iglesia sea la solución para un chico que no quiere asistir a los servicios, en realidad la pregunta sería ¿por qué hacerlo?, explicó Moore.
Tal vez el chico o la muchacha encuentren el sermón aburrido y soso, pero eso no es una buena razón para faltar a la iglesia, dijo Moore.
Moore recordó que un predicador anglicano le dijo que no pensará que sus hijos se habían aburrido lo suficiente, y que de vez en cuando los niños deben ser expuestos a algo más sustancioso y con contenido.
Más allá, Moore dijo que «hay ocasiones en que todas las personas se sienten aburridas, sienten que están desconectadas de la Palabra de Dios y que no tienen raíces.»
Pero otros problemas dentro de la iglesia, también podrían ser la razón por la cual los chicos se resisten a asistir a ella.
Moore mencionó que el sabe de niños que se sintieron discriminados en los programas infantiles, y de otros que no fueron capaces de encajar en los grupos juveniles donde suele existir una desafortunada malicia que los padres no siempre notan.
Los padres pueden aprovechar la oportunidad para hablar con sus hijos si no les gusta asistir a la iglesia, acerca de cómo Dios actúa en nuestras vidas y que a veces parece una disciplina que no nos gusta pero que a la larga nos hace bien.
«No atosiguen a sus hijos… No los avergüence» por no querer ir a la iglesia, advirtió. Este tipo de acercamiento puede cortar los canales de comunicación con los chicos acerca de asuntos espirituales importantes.
Moore remarcó que, cuando las iglesias fallan en acercarse a los niños y adolescentes, ellos simplemente no se sienten parte de la Iglesia y no ven la razón para asistir a ella.
«Encuentren formas en que los chicos puedan servir dentro de las iglesias y se sorprenderán de como comienzan a ser transformados y sus corazones comienzan a sanar,» concluyó Moore.