A través de los años de haber predicado en muchas y diferentes iglesias, he podido escuchar a diferentes hermanos, que con la Biblia cerrada, contaban historias o lo que ellos llamaban testimonios, que no tenían nada que ver con lo que la Biblia enseña. Algunos por ignorancia, otros por conveniencia para lograr sus propósitos.

Este es un error, el querer ajustar a Dios dentro de lo que nosotros queremos. Lo que nosotros debemos hacer es ajustar nuestras vidas a lo que Dios quiere, a la Palabra de Dios. Esto es conformarse a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad.

No tener en cuenta lo que está escrito, es tener la mente y una conducta envanecida, que nada sabe y que delira. Uno de los grandes problemas que enfrentamos los predicadores, es la especulación sobre pensamientos que no están claramente explícitos en las Escrituras, porque Dios en su Soberanía no los quiso revelar.

Muchas veces tratando de entenderlos comenzamos a hacer conjeturas y especulaciones, que a veces intentan demostrar lo mucho que sabemos, y no lo que Dios dice.

Esto genera discusiones y contiendas de palabras de las que nace, la envidia por lo que el otro sabe, discusiones que solamente llevan a separar a los hermanos, más que a bendecirlos.

La envidia arrastra a la calumnia, a las “blasfemias de hombres corruptos” de entendimiento. Otros se acercan a las cosas de Dios como un negocio, y por supuesto hacen “su propio negocio”, tomando las cosas de Dios como fuente de ganancia.

Lamentablemente, muchos siervos de Dios han caído en este tema Dios dice: “apártate de los tales”. Si tú conoces a alguien que está en este problema, ora por él, pues si se arrepiente habrás ganado a tu hermano.

¡Señor ayúdame para seguir tus enseñanzas sin apartarme de ellas!.

Dr. Daniel Bustamante