Cristianos Iraquíes quienes sobrevivieron estando bajo el mando del Estado Islámico ocupando ese territorio, ahora confiesan sobre las diversas maneras en que fueron brutalmente torturados y amenazados por los extremistas radicales, y han revelado algunas de las humillaciones y actos degradantes que fueron obligados a cometer.

Aunque mas de 100.000 cristianos escaparon a Mosul y los alrededores de los llanos en Nineveh, después IS conquisto pueblos cristianos del área en 2014, algunos cristianos no pudieron escapar debido a enfermedades, edad avanzada y otras razones mas. Muchos de aquellos restantes tuvieron que escoger entre tres elecciones; convertirse al Islam, pagar un impuesto por ser cristiano o ser asesinado.

Una mujer mayor de edad quien vivió en Quraqosh, que alguna vez fue hogar de mas de 50.000 cristianos, no pudo huir antes de que IS tomara el control porque ella estuvo atendiendo a su esposo enfermo de 90 años de edad.

Zarifa Bakoos Daddo, quien es de edad de 77 años y sobrevivió estando dos años bajo el mando de IS, dijo a AFP que su familia en una casa en Erbil, su esposo murió poco después de que IS tomara el control.

Aunque su esposo paso, Daddo no quedo sola porque ella vivía con su amiga Badriya en Qaraqosh hasta que la ciudad fue liberada por una coalición de fuerzas Iraquíes el mes pasado.

Daddo dijo que aunque algunos de los militantes mas antiguos de IS fueron amables, los jóvenes jihadistas eran los que mas presionaban a convertirnos.

“Un día, en una de sus llegadas preguntaron por dinero y oro. Uno golpeo con su rifle mis costillas y dijo ‘tienes que dárnoslo’”, comento ella, explicando que fue obligada a entregar $300, luego Badriya dio cerca de 15 quilates y pago el impuesto al jizya.

En otro momento, cerca del 2015 militantes llegaron a la casa y trataron de obligar a las mujeres a convertirse y recitar la declaración de fe del Islam.

Les dije, “nosotras tenemos nuestras creencias y ellos las de ellos”, dijo Daddo.

“El me escupió y a una imagen de la virgen María y un crucifijo”, continuo ella. “Yo me negué por lo que hizo. Todo el tiempo estuve diciendo que Dios esta en mi corazón y no quería a ninguno de los de ellos.

Daddo dijo que ella piensa que Dios la oyó porque cuando el militante intento quemar la imagen, “su encendedor no funciono”.

Aunque Daddo y Badriya resistieron mucho a los IS en sus intentos de convertirlas, que el mes pasado finalmente le dijo a los terroristas lo que querían oír.

“Mi corazón quiso correr cuando ellos trataron de convertirme. Ellos trataron de hacerme decir la declaración de fe Musulmana. Yo les dije, no se como decir esto, “y lo dije al inverso”, dijo ella. “Yo dije lo que querían. Mi vida es querida, así que dije lo que tenia que decir.

Aunque Qaraqosh fue ampliamente desertada cuando la coalición de las fuerzas Iraquíes liberaron la ciudad de los IS el mes pasado, Daddo y Badriya estuvieron viviendo tranquilas en sus casas y tuvieron poco alimento disponible que compartieron con los soldados.

Todo el tiempo oramos por mi gente, por la ciudad y también por esos miembros de Desh, que Dios permita abrirles sus corazones, dijo Daddo a la AFP.

Un muchacho cristiano y su mama enferma quienes fueron dejados atrás por sus parientes en la ciudad de Bartella, los cuales fueron liberados de IS el mes pasado, dijeron que ellos tenían razón al escapar en un taxi. Sin embargo, terminando de escapar fueron arrestados y estuvieron encerrados en una prisión en Mosul, donde ellos también se convirtieron al Islam.

“Había gente apiñada en una celda junto a la nuestra, tomaron a uno y le dispararon en la cabeza y arrastraron su cuerpo delante de nosotros”, Ismail Matti, dijo el adolescente a la AFP. “Le dijeron a mi madre que lo mismo me pasaría si se niega a convertir. Así nos convertimos”.

Después Matti y su madre fueron liberados de prisión, y fueron forzados a vivir en un pueblo llamado Shuriken, que queda justo fuera de Mosul. Dijo que todos vecinos de la aldea eran parte de IS y los supervisaban para ver si el y su madre estaban cumpliendo con la estricta ley del grupo.

“Si encontraban que yo no iba a la mezquita a orar, me daban latigazos”, dijo Ismail.

Ahora Matti y su madre están viviendo seguros en una iglesia refugio de desplazados en kurdish capital de Erbil.