Durante Semana Santa, dos eventos en Pakistán sirvieron para recordar la posición precaria en la que los cristianos viven en aquellas sociedades donde el musulmán es mayoría.

El primero fue el bombardeo en un parque en Lahore, la antigua capital de la provincia más grande de Pakistán, Punjab. En la tarde del domingo de Pascua, mientras los cristianos de Pakistán celebraban, un hombre con una bomba se inmoló, matando al menos 70 personas e hiriendo a 300 más.

Poco después del terror, el Talibán pakistaní llamado Jamat-ul-Ahrar se declaró responsable, admitiendo descaradamente que el ataque fue “dirigido a matar miembros de la minoría cristiana pakistaní reunidos en el parque para celebrar el Domingo de Pascua”. Como los cristianos son menos del 2% de la población de Pakistán, que se estima que tiene en total 190 millones de personas, en el ataque también murieron musulmanes.

Los acontecimientos recientes en la capital de Pakistán, Islamabad, demuestran que son varios los paquistaníes con ganas de victimizar a la minoría cristiana.

Al comienzo de la Semana de Pascua, aproximadamente 25 mil personas se manifestaron en contra de la reciente ejecución de Mumtaz Qadri, quien fue ahorcado el pasado 29 de febrero por el asesinato de Salman Taseer, el gobernador de la provincia de Punjab, en 2011. Qadri, que era uno de los guardaespaldas del gobernador, asesinó a Taseer porque él había criticado la manera en que las leyes pakistaníes anti-blasfemia estaban siendo usadas en contra de los cristianos.

En particular, Qadri se indignó por el apoyo de Taseer hacia Asia Bibi, una cristiana pakistaní a quien sus vecinos musulmanes, enojados por el hecho de haber bebido de la misma agua que ellos, la acusaron de insultar al profeta Mahoma. Bibi fue declarada culpable de blasfemia y condenada a muerte.

Taseer no fue el único gobernador asesinado por intervenir en este caso. Dos días antes, el ministro pakistaní de Minorías Religiosas, Shahbaz Bhatti, también fue víctima de un homicidio.

La gran manifestación a favor de Qadri es una señal inequívoca de que muchos paquistaníes apoyan la aplicación de la ley anti-blasemia contra los cristianos. Incluso si el gobierno es sincero acerca de proteger a las minorías religiosas, no es mucho lo que se puede hacer para protegerlos del odio de algunos de sus vecinos.

Y, por supuesto, no es sólo Pakistán. Los eventos en Irak y en Siria son tan graves que la administración de Obama recientemente certificó que lo que está pasando con los cristianos y otras minorías religiosas en manos de ISIS califica como genocidio.

El sufrimiento de los cristianos en estos países es un tema muy importante en el próximo libro de Mindy Belz, quien ha viajado mucho a esta región y ha ido conociendo a personas perseguidas por sus creencias. El libro se titula “Dicen que somos infieles: En la huída de ISIS con los cristianos perseguidos en el Medio Oriente” y será publicado pronto.