El presidente de Egipto, Abdel Fattah El-Sisi anunció el lunes que, fue Mahmoud Shafiq Mohammed Mustafa, de 22 años, quien entró en la Iglesia Ortodoxa Copta el domingo por la mañana y detonó 12 kilogramos de explosivos, causando la muerte de 25 personas, en su mayoría mujeres y niños.
Además, tres hombres y una mujer fueron arrestados bajo sospecha de ayudar al terrorista suicida en su ataque.
Aunque en principio el gobierno supuso que la Fraternidad Islámica estaba detrás de la tragedia; fue el Estado Islámico el que se adjudicó responsabilidad y lanzó un comunicado donde reconoce al atacante con el nombre de guerra de Abu Abdallah al-Masri.
Más allá de a quién pertenece la responsabilidad, el obispo general de la Iglesia Ortodoxa Copta, Angaelos, dijo en una entrevista telefónica que la comunidad Cristiana Copta no responderá a la persecución con venganza.»
«Desde la Iglesia no hemos culpado a nadie. Estamos esperando por las investigaciones oficiales,» explicó Angaelos. «Si ISIS reconoce su responsabilidad no modifica en nada el dolor que sentimos. Nuestro sufrimiento está en la pérdida de las personas. Nuestra tristeza está en saber que seres humanos pueden llevar a cabo hechos terribles en contra de sus prójimos.»
Aunque los funerales se realizaron de manera privada el lunes, miembros de la comunidad organizaron una vigilia pública a la luz de las velas el miércoles al anochecer. Además, otras vigilias de oración y servicios religiosos se llevaron adelante en Westminster, Londres; con la presencia de reconocidos líderes religiosos del ambiente.
«Oramos por la sanidad en la comunidad. Estamos listos y de hecho ya hemos perdonado a quienes han hecho esto, porque al final del día la falta de perdón sólo nos lastima aún más,» dijo el obispo. «Es algo que debemos tener muy presente como cristianos, y me enorgullece reconocer que es una característica que los Coptos han demostrado por décadas ante la persecución.»
El ataque a la Iglesia de San Pedro y San Pablo es la mayor tragedia que ha enfrentado la Iglesia en los últimos años. Además, es el mayor ataque contra cristianos en una ciudad grande de Egipto desde 2011, cuando un suicida había detonado una bomba también, matando a docenas de personas e hiriendo a 97 más, frente a una Iglesia Ortodoxa en Alejandría.