Cuando Saleh, casado y padre de tres hijos, se bautizó hace cuatro años, todo parecía perfecto. Después de crecer como musulmán y serlo durante décadas, ahora, con más de 50 años, estaba plenamente convencido de su compromiso de seguir a Cristo, el Hijo de Dios. Sentía en su corazón que Jesús era el único camino a Dios.
Su bautismo se dio en el más profundo secreto, en la casa de un amigo. Ninguno de sus familiares estaba allí ni sospechaba lo que estaba pasando. Una nueva creación, una nueva vida.
Los primeros meses fueron maravillosos. Cada semana se reunía con sus amigos cristianos, extranjeros que trabajaban para una empresa saudí. Ellos le servían, le enseñaban sobre la Biblia y le desafiaban en su camino de fe.
SOLO SU ESPOSA E HIJOS LO SABEN
Mucho ha cambiado desde entonces. Todavía hoy, nadie puede saber que Saleh, por fuera un saudí común con su túnica blanca y su turbante a cuadros rojos y blancos, es en realidad un seguidor de Jesús. Solo su esposa y sus hijos adolescentes saben cómo encontró la verdad en los Evangelios y cómo conoció el amor de Dios. Tristemente, ninguno de ellos respondió al anhelo de Saleh de que conocieran el mismo mensaje de amor y salvación.
Como Saleh es el cabeza de familia, respetan su elección y guardan silencio sin traicionarle ante las autoridades por su conversión. Pero le piden que no comparta su nueva fe con otros porque esto resultaría en la separación de su esposa y sus hijos, que tendrían que ir a vivir con la familia de ella. Saleh no puede arriesgarse a perder a su familia y quiere esperar hasta que los niños sean mayores de edad y sean independientes, para compartir el Evangelio con otros.
Ahora, Saleh ha meditado mucho en cómo sucedió todo. Se ha dado cuenta de que el amigo extranjero que lo llevó a Cristo se convirtió en un modelo importante a seguir porque tenía su misma edad. Y ha llegado a la conclusión de que, sin buenos modelos a seguir de su propia generación y género, sería muy difícil para su esposa e hijos interesarse por el Evangelio.
Pero él todavía espera y ora a Dios para que eso suceda.
SALEH ESTÁ SOLO Y SU FE SE ENFRÍA
Hace un año que desaparecieron sus amigos cristianos: el contrato de trabajo terminó, obligándolos a regresar a su país. Desde entonces, Saleh está solo. Se intentó conectarlo con otro creyente que vivía a un par de horas de viaje, pero no dio resultado. El viaje es demasiado largo. Saleh está totalmente aislado del Cuerpo de Cristo.
A veces, sus amigos que ahora están fuera contactan con él por internet, pero no es lo mismo. «Ha elegido una fe silenciosa. En comparación con hace un par de años, parece controlar su pasión por su Señor; su mente le dice que no debe provocar ningún alboroto ya que entonces correría el riesgo de perder a su familia. Corre el riesgo de volverse tibio», dicen los que le conocen.
Solo hay unas pocas cuerdas que mantienen la fe de Saleh a salvo. YouTube es la más importante. A menudo, mira videos cristianos en árabe en YouTube que le ayudan a escuchar nuevos mensajes sobre la Palabra de Dios.
Pero paso a paso, parece que Saleh empieza a perder su pasión por el Señor. «Parece que ya no está sediento y ha decidido vivir una vida de fe tranquila», dice su amigo, y continúa: «para ser honesto, creo que ya no desea más encontrar comunidad, enseñanza o estudios, ya que sabe que necesita dar un paso más en su camino de fe que le costará mucho. Sin creyentes con los que pueda encontrarse cara a cara, siente que no está preparado».
Lamentablemente, Saleh no es el único creyente de trasfondo musulmán en Arabia Saudí que cuya fe parece estar en peligro. El aislamiento es un problema serio que puede llevar a una fe infructuosa, e incluso al retorno al islam. Hacer sacrificios, asumir riesgos y perderlo todo no son experiencias fáciles para vivir en soledad y aislamiento.
Fuente: Puertas Abiertas
*La imagen de portada es representativa