Una mujer cristiana en china reveló el abuso mental que sufrió en un “campo chino de adoctrinamiento”, incluyendo como la policía le impidió dormir después de rehusarse a blasfemar el nombre de Jesucristo.
Jian Yongju, miembro de la iglesia The Church of Almighty God, le dijo a la revista Bitter Winter que después de ser arrestada por “organizar y usar la organización para socavar la aplicación de la ley estatal”, fue enviada a un “centro de educación legal” en la ciudad de Hangzhou en la provincia de Zhejiang en la costa este de China.
Ella le dijo a ese medio que, aunque no fue dañada físicamente, sufrió “tortura mental” dirigida a destruir su mente y espíritu.
“Para una persona de fe, estar sujeta a adoctrinamiento obligatorio no solo causa angustia mental sino aún más, el alma está sujeta a represión y agonía insoportables,” dijo ella.
Jian describió las condiciones parecidas a una prisión, completas con vigilancia 24/7 y pequeñas habitaciones con candado con un poco más que una claraboya. Los guardias la escoltaban a donde quiera que ella iba, y dos “tutores”, entrenados especialmente para ayudar a los detenidos a sufrir una “transformación ideológica”, dormían a su lado cada noche. Una cámara de seguridad estaba apuntada directamente a la cama de Jian buscando cualquier intento de ella para orar en secreto.
Durante el día, Jian participaba en clases de adoctrinamiento que duraban varias horas donde ella era obligada a ver videos de propaganda del Partido Comunista Chino, estudiar las enseñanzas del Presidente Chino Xi Jinping, y cantar canciones agradeciendo al pPartido. Después de varios días de esto, a ella el mostraron videos criticando la cristiandad y se le ordenó completar una “tarea”, la cual requería que ella escribiera palabras blasfemando a Dios.
“Cada día yo era forzada a ver contenido que condenaba y calumniaba mi fe, pero no se me permitía refutarlo”, dijo ella, añadiendo que la tarea era “como pisar un campo de batalla”.
Una vez los “tutores” le dijeron a Jian que escribiera palabras claras de blasfemia a Dios. Ella rehusó hacerlo, y preguntó, “La constitución nacional expresamente provee a los ciudadanos la libertad de creencia. ¿Por qué ustedes atormentan y persiguen a los cristianos?”
Según se informa, uno de los tutores contestó, ¿Para quién hay libertad de creencia? Tu naciste en China, así que tienes que obedecer al Partido Comunista. Creer en Dios es lo que más odia el Partido Comunista. Si quieres libertad, [no la recibirás] a menos que te vayas al extranjero”.
Después de estar en el campo por cinco días, Jian no había renunciado a su fe, así que fue forzada a escribir una declaración de “garantía, arrepentimiento, ruptura y critica”, la cual significaría que renunciaba a su fe.
Cuando ella se rehusó, los dos tutores tomaron turnos monitoreando a Jian y no la dejaron dormir.
“Si no hubiera sido guiada por la palabra de Dios, me hubiera vuelto loca. El CCP es malvado”, dijo ella.
A pesar de que eventualmente fue liberada, Jian continúa siendo acosada y amenazada por la policía y continuamente es monitoreada por una mujer que porta una banda roja en su brazo que lee “deber especial”.
Legalizados en el 2018 y comúnmente localizados en los hoteles pertenecientes al estado, hogares de ancianos y hospitales psiquiátricos, “los centros de educación legal” fueron establecidos para permitir a los gobiernos locales a “educar y transformar” la gente influenciada por el “extremismo”.
Sin embargo, con un estimado de medio millón de presos – muchos de ellos musulmanes mayormente Uyghurs – estos centros se han convertido en los medios para que el CCP combata las creencias religiosas y oprima a los grupos de minorías étnicas.
Aun que son presentadas como instalaciones “educacionales”, los presos son sometidos rutinariamente a un “régimen inhumano de labor y adoctrinamiento y fuerte presión a renunciar a su fe religiosa, con reportes de algunos casos frecuentes de tortura y muertes sospechosas,” de acuerdo a Bitter Winter.
En luz de estos abusos, el grupo de vigilancia Puertas Abiertas USA calificó a China en el número 27 de su lista World Watch de los países donde los cristianos enfrentan la persecución más severa por su fe, brincando así 16 lugares hacia arriba desde su previa calificación.
Puertas Abiertas advirtió en su reporte que “el incremento de poder del gobierno y el mandato de Xi Jinping continúan haciendo difícil la adoración en algunas partes del país.”