UPI es una organización sin fines de lucro sur coreana, que reportó las estadísticas del Centro de Derechos Humanos de Corea del Norte, dando a conocer más de 65,000 casos de persecución religiosa.

Cerca del 99 por ciento de los 11,370 desertores del régimen norcoreano confirmó que no hay libertad religiosa bajo el gobierno de Kim Jong-un, y como si fuera poco, el 75 por ciento de los cristianos castigados por su fe, no sobreviven.

«La mayoría de los norcoreanos que practican una religión son, o protestantes o católicos. Más del 10 por ciento de los entrevistados dicen ser budistas,» declara el reporte estadístico.

«El informe también revela que, el 23 por ciento de las víctimas de la persecución religiosa sobreviven al castigo, según lo aseguran los testimonios de los desertores.»

Las estadísticas también mostraron que, sólo el 1.2 por ciento que huyó de Corea del Norte, admite haber estado envuelto en actividades religiosas secretas, por miedo a represalias o persecución.

International Christian Concern, Open Doors Estados Unidos, y Christian Solidarity Worldwide son sólo algunas de las organizaciones que han documentado el horrible trato que reciben las minorías religiosas.

Christian Solidarity Worldwide reportó que el régimen norcoreano tortura, mutila y asesina cristianos.

El informe agregó que algunos de los incidentes documentados contra creyentes incluyen «ser colgados en cruces en llamas, arrollados por aplanadoras, soltados desde los puentes, y enterrados vivos.»

«Una política de ‘culpa por asociación’ se aplica, de modo que los parientes de cristianos también son detenidos compartan la fe o no. Además, aunque norcoreanos cristianos logren escapar a China, son en su mayoría repatriados y aprisionados en los campos de concentración.

Las organizaciones de ayuda explicaron que, la creencia religiosa es la mayor amenaza para el gobierno norcoreano, y los cristianos son, a menudo, acusados de ser imperialistas buscando minar al «supremo líder», como se le llama a Kim Jong-un.

Cristianos en Corea del Norte dicen que, a pesar de lo que sufren, no oran por su propia libertad, sino por sus hermanos del sur, quienes son tentados por el dinero y el bienestar material.

«Ellos no oran por libertad y dinero. Ellos oran por tener más de Cristo, y porque sus vidas sean un reflejo de ese Cristo.»