¿Por qué es que sabemos muy poco sobre las muertes de los que podríamos llamar fueron los más grandes apóstoles en la Biblia?
Es una pregunta que ha inquietado a los estudiosos y laicos por igual, una que parece ir en contra de muchos relatos de las muertes en la Escritura que van desde figuras como Judas, el apóstol más notorio, a lo que parecieran figuras menos significantes como los hijos de Coré en el Antiguo Testamento o Ananías y Safira en el libro de los Hechos.
Pero sorprendentemente, la Biblia no dice nada sobre las muertes de Pedro y Pablo.
Mientras Jordan Smith, un catedrático de Estudios Bíblicos en la Universidad de Iowa, hace notar, que las muertes de Pedro y Pablo o cualquier otro de los apóstoles no están registradas en el Nuevo Testamento.
De acuerdo a Smith, nuestra mejor fuente de información sobre las muertes de Pedro y Pablo son fuentes extra bíblicas, la mayoría de las cuales se contradicen unas con otras en un numero considerable de detalles, incluyendo las fechas aproximadas y las locaciones de sus muertes.
Smith escribe, “Por ejemplo, ¿sabías que tenemos quince versiones diferentes de las muertes de Pedro y Pablo – cuatro de Pedro, cinco de Pablo, y seis de Pedro y Pablo juntos – todas escritas en el sexto siglo?”.
Esto es lo que sabemos: Pablo sigue con vida predicando en Roma al final de Hechos, y en algún punto subsecuente en el tiempo, ambos él y Pedro fueron ejecutados por Nerón. Sus muertes tradicionalmente han sido ligadas al año 64 d.C., durante el periodo de persecución contra los cristianos, a quienes Nerón culpaba por el Gran Fuego de Roma.
De acuerdo el historiador romano Tácito, el fuego comenzó en julio de ese año en el Circus Maximus, un antiguo estadio romano, y ardió por cinco días.
Nerón, a quien algunos acusan de ordenar que se comenzara el incendio, “los cristianos, sustituidos como culpables y castigados con un alto refinamiento de crueldad, una clase de hombres, aborrecidos por sus vicios, a quienes la multitud atacó”, escribió Tácito en sus Anales.
Pero par a Smith, la idea de que nerón culpara a los cristianos por el Gran Incendio es “altamente poco probable” ya que aún no eran un “grupo lo suficientemente grande y distinguido en la Roma del 64 d.C como para proveer un chivo expiatorio creíble”.
Por ejemplo, en su correspondencia con el emperador Trajano en el 112 d.C, Plinio el Joven menciona que él ha encontrado acusaciones contra un grupo del que él no sabe nada y son llamados ‘cristianos’”, escribió él. “La respuesta de Trajano revela que él anterior a eso él tampoco ha escuchado de este grupo”.
“Esto no seria posible para un grupo que a menos de 50 años antes Nerón infamemente culpó del Gran Fuego en Roma”.
Smith dice que hay dos tradiciones persistentes asociadas con las muertes de Pedro y Pablo: Pedro supuestamente fue crucificado de cabeza “porque sentía que no merecía ser crucificado en una forma similar a Jesus”, y Pablo, un ciudadano de Roma quien por ley no podía ser crucificado, en vez de eso fue ejecutado por decapitación.
A pesar de las diferentes versiones del relato de la crucifixión de Pedro, Smith dice que no fue hasta el siglo sexto en el Hijo de Shemon Kepha el jefe de los Apóstoles que se nos dice que esta petición de ser crucificado de cabeza abajo fue con el propósito de morir mientras “simbólicamente besaba el lugar de los pies de Jesus”.
Se dice que los primeros padres de la iglesia Orígenes y Jerónimo han descrito la muerte de Pedro como una tradición de “humildad’, esto de acuerdo a Smith.
Y de Pablo, dice Smith que un relato de su muerte “lleva una similitud muy fuerte a la historia de Eutico en Hechos 20”.
Smith escribe, “un sirviente, tal vez un copero, de Nerón se quedó dormido en una ventana escuchando a Pablo se cayó y murió. Después fue levantado de la muerte por Pablo, el sirviente resucitado hizo enojar a Nerón al reconocer a Jesus como el “rey eterno”, llevando a Nerón a descubrir que muchos otros entre sus propios guardaespaldas eran cristianos”.
De acuerdo a Smith, a pesar de que los detalles varían en los relatos tardíos, se dice que Nerón ordenó que los cristianos arrestaran a Pablo y lo decapitaran.
Él cree, a pesar de varios relatos más tardíos de las muertes de los apóstoles, cualquier mención de ellos en la lista canónica parece ser “una decisión consciente” hecha por la iglesia primitiva.
“Tal vez la idea era enfocarse solamente en sus vidas”, escribió Smith. “Tal vez es porque para cuando los Evangelios fueron escritos, los apóstoles se habían dispersado y las historias de sus muertes eran desconocidas.
“O tal vez, los autores de los Evangelios anónimos simplemente no pensaron que se pudiera confiar en cualquiera de las tradiciones de la muerte, y por esa razón las excluyeron”.
No esta claro lo que quiso decir Smith con autores “anónimos”, ya que desde el primer siglo conocemos la identidad de cada uno de los autores de los Evangelios:
Mateo fu escrito por el apóstol Mateo, también conocido como Levi; el autor de Marcos, el segundo de los Evangelios, fue Marcos el hijo de Maria, la hermana de Bernabé; Lucas, un doctor quien de acuerdo a Colosenses 4:14, 2 Timoteo 4:11, y otros textos, era cercano al apóstol Pablo, es el autor del Evangelio de Lucas; y la tradición temprana de la iglesia fuertemente y consistentemente identifica al Apóstol Juan como el autor del Evangelio de Juan, quien repetidamente se refiere a si mismo como “el discípulo amado”.
Finalmente, ¿es relevante para los cristianos del siglo 21 la forma en que murieron los apóstoles?
Darrell Bock, investigador principal y profesor de Estudios del Nuevo Testamento en el Seminario Teológico de Dallas, le dio a The Christian Post que el hecho de que algunos apóstoles dieron sus vidas por la fe si es importante.
“Muestra que realmente creían en lo que predicaban sobre Jesús”, dijo Bock. En referencia a como murieron, la idea de que Pedro fue crucificado en posición invertida porque no se sentía digno de morir exactamente como lo hizo Jesús dice mucho sobre la humildad de este apóstol”.