Sospecho que te das cuenta por que no es sabio “morder la mano que te da de comer”. Y aun así es exactamente lo que hacemos como seguidores de Cristo cada ves que contristamos al Espíritu Santo al pecar, y lo que los no cristianos hacen al rechazar a Jesús. Tristemente, tal comportamiento ofensivo tiene una forma segura de arruinarlo todo.

Cuando los no cristianos rechazan al Mesías, simplemente pone otro clavo en su ataúd y los lleva un paso mas a una eternidad de dolor y separación de Dios. el infierno esta lleno de personas que contristaron el Espíritu Santo una y otra vez. El Señor hubiera salvado su alma, pero una y otra vez ellos rehusaron a arrepentirse. Al hacer eso, “ellos cambiaron la verdad de Dios por una mentira” (Romanos 1:25).

Pero los cristianos son igual de culpables del pecado porque nosotros también contristamos a la Persona que puede permitirnos creer el Evangelio, amar a Dios, seguir a Cristo, y servir a otros con compasión divina. Sin el Espíritu Santo, nada de esas cosas serian posibles. Estaríamos indefensos y desesperanzados, perdidos, aturdidos, y confundidos. No tendríamos ni idea de cómo ser perdonados por nuestros pecados o como agradar al Señor.

Afortunadamente, “Dios nos trajo a la vida con Cristo incluso cuando estábamos muertos en nuestras transgresiones – es por gracia que has sido salvado” (Efesios 2:5). ¿y ahora qué? Bueno, una cosa es clara. No fuimos salvados para que pudiéramos ir y pecar deliberadamente contra el Señor. ¿Como escribió el Apóstol Pablo, “pecaremos para que abunde la gracia? ¡De ninguna forma! Morimos al pecado; ¿Cómo podremos vivir aun en el?” (Romanos 6:1-2).

Los cristianos enfrentan una variedad de tentaciones referente al uso de nuestros cuerpos, la meditación de nuestros corazones, y las palabras que elegimos pronunciar. Ya que el Espíritu Santo vive dentro de cada creyente, es esencial que nosotros busquemos diligentemente al Espíritu en vez de entregarnos a los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa.

Por ejemplo, la Escritura nos instruye: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. (1 Corintios 6:18-20).

Si quieres arruinarlo todo en tu caminar con Cristo, entonces fornica. Ten sexo fuera del matrimonio. Llena tu mente con imágenes sexuales y pensamientos de lujuria. Entrégate a la tentación en vez de resistirla. Y comete el pecado que es contra tu propio cuerpo, el cual es un templo del Espíritu Santo. Obviamente, esto es lo opuesto de lo que Dios nos llama a hacer como seguidores de Cristo.

La Escritura también advierte a los creyentes a tener cuidado con los pensamientos y actitudes que elegimos entretener. Pablo escribió, “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

Cuando violamos cualquiera de estas instrucciones para la vida santa, contristamos al Espíritu Santo. Nuestra mente es atacada y el gozo del Señor es reducido grandemente en nuestro corazón. Perdemos nuestra paz. Nos volvemos impacientes y egocéntricos. Guardamos rencores, y hablamos pobremente de otros.

Todas estas actitudes y comportamientos fluyen de nuestra naturaleza pecaminosa, (Romanos 7:18) y todos ellos contristan al Espíritu Santo. Él siempre es puro, perfecto, y amable. Cuando lo alejamos con nuestros pecados, nuestra vida de discipulado es puesta en espera. Retrocedemos, incluso en solo minutos hasta que confesamos nuestros pecados a Dios y nos volvemos de ellos.

Y claro, algunas veces nuestras actitudes pecaminosas persisten mucho mas que por solo unos pocos minutos. ¿No es una maravilla que todo el que busca a Cristo encuentra nuestro llamado como creyentes tan increíblemente desafiantes? Tristemente, algunos de quienes comienzan el camino Jesús deciden rendirse y una vez mas buscar deliberadamente el pecado. Increíble, por supuesto, es el pecado mas grande porque previene que una persona sea salvada, redimida, perdonada, nazca de nuevo, y justificada. El Espíritu Santo solo mora en aquellos quienes confían que el Salvador perdonara sus pecados, lo cual en retorno produce un corazón que anhela hacer la voluntad de Dios.

Todo se arruina cuando los no cristianos rechazan a Cristo, y cuando los creyentes se entregan a los deseos pecaminosos y la tentación. Así que ¿Cuál es la solución para los seguidores de Cristo?

“Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque esta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. Pero, si los guía el Espíritu, no están bajo la ley” (Gálatas 5:16-18).

Contristar al Espíritu Santo arruina todo, mientras que confesar nuestros pecados al Señor y buscar hacer su voluntad es el camino a la paz y a una vida recta. El Espíritu Santo dirige a todo el que este dispuesto a ser dirigido. Así que, ¿eres un seguidor de Cristo? Si no, ¿te gustaría serlo?