Llegamos al mes de Diciembre ¡Así como lo estás leyendo! Estamos en el mes 12. Pareciera ayer, cuando el mundo se paralizó ante esta pandemia, y hemos tenido que guardarnos dentro de nuestros hogares, como único refugio ante el caos que representó y aún representa la batalla que se libra a diario; ante lo que no vemos, sabiendo que este virus puede estar en cualquier lugar y que ha traído tanta pérdida al mundo.
Nuestras actividades laborales, nuestra agenda y proyectos quedaron pospuestos, como suspendidos, muchos de ellos sin haber comenzado han tenido que terminar, y tantos otros están ahí, a la espera, tan cerca pero tan distantes a la vez.
Entonces ante esto que parece el caos sin fin ¿Qué nos resta esperar? O mejor dicho ¿En quién nos resta esperar? La respuesta se desprende por sí misma: en Dios. Teniendo en cuenta lo que determinan las Escrituras, es que en el libro de Mateo 6:34 nos mencionan:
“No se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy” (Nueva Traducción Viviente).
Durante semanas, vino una y otra vez la voz del dulce Espíritu Santo diciéndome: “Hay personas que hablan de fe, pero no pueden experimentarla en toda la plenitud que deseo que vivan. Muchos aún hablan de fe, pero esa misma sólo llega hasta aquello que puedan medir ó calcular ¿Pero eso es la fe? ¿La fe no trae aparejados momentos de desafíos, de esperas, de paciencia, de creerme a mí hasta el final, con la expectativa de que no sólo recibirán aquello que sea lo mejor, sino lo que por su capacidad no llegarían a alcanzar? ¿En dónde posicionan la fe, en ellos o en mí?
Si fue una confrontación para tu vida lo que leíste, para mí también lo fue al recibirlo. ¡QUÉ FUERTES LAS PALABRAS, PERO SON SUS PALABRAS!
Los momentos más críticos que vivimos durante este año, no fueron una sorpresa para Dios; él no nos ha prometido una vida sin sobresaltos, sin situaciones de aflicción ó de padecimientos; pero sí, nos ha prometido que estaría con nosotros hasta el final. Hoy te pide que tu confianza no desmaye, que tu fe no claudique, que te mantengas firme en la esperanza, porque nunca serás avergonzada si depositas toda tu vida en él.
¡Tu fe debe seguir creciendo, no tires la toalla; si él te acompañó hasta acá, es porque el propósito que tiene es más grande que cualquier estado que puedas transitar! ¡Él te ama, eso nada ni nadie lo podrá cambiar!
¿Recordás cómo comenzó el artículo de hoy? Hablábamos de lo incierto, de lo pospuesto, de lo que sin haber comenzado ya finalizó. Todo puede pasar, todo puede cambiar; pero lo único que nunca cambiará, porque no tiene caducidad es la palabra de Dios, Su palabra es viva fiel y verdadera. ¡Aférrate a Sus promesas, el tiempo es hoy!