Me llegó por Whatsapp la noticia a California donde ahora estoy viviendo y enseguida vinieron imágenes de muchos años atrás.
Nacimos en el Señor por la misma época y en la misma iglesia. El, ya casado con Susana y acompañado por sus hijos y su hermano Juan Carlos, llegaban desde Isidro Casanova a la Iglesia de la Calle Hidalgo. Con el tiempo el grupo fue creciendo y era más numeroso, se veía en el su capacidad de ganar almas a través de la relación personal. Más adelante con esa misma gente comenzarían una congregación en lo que era un salón de baile en Casanova.
Humilde, Miguel no era una persona de llamar la atención, si no más bien lo contrario. Pero no pasaba desapercibido, por su estilo, transparencia, trato personal.
La historia más reciente de su congregación y expansión hacia otras localidades, no fue el logro de un proyecto como muchas veces podemos escuchar en líderes con ambición, natural, legitima. Puedo decir que esos logros, ese crecimiento y expansión llegaron porque Miguel aceptó el reto del Señor de ir por más. No había en él, el compararse con otros, su preocupación eran las personas, los miembros de la iglesia. Creo que cada uno de ellos, ha podido tener una conversación con su pastor. Esa fue la insignia de su ministerio estar con su gente.
Hoy Miguel deja muchos pastores y líderes formados con su estilo afable, que continuarán con su legado.
Descansa en Paz, hermano. Hombre de Dios.
Marcos Fernández Volpe