Una lectora de la columna de Preguntas y Respuestas del Reverendo Graham escribió: «Las personas, a menudo, preguntan cómo mi esposo y yo hemos podido permanecer juntos por 40 años, ya que nuestras personalidades son muy diferentes. Por ejemplo, yo soy muy detallista y él no lo es. Por favor, aliente a las parejas para que se mantengan unidas a pesar de las diferencias. Se puede lograr, con la ayuda de Dios.»

Graham respondió: «Gracias por tu testimonio, tú y tu esposo representan vívidamente el viejo dicho: ‘los opuestos se atraen’. Esto no es siempre así, por supuesto, pero cuando lo es, Dios ciertamente puede ayudar a superar las diferencias y tener un sólido y feliz matrimonio.

Pero esto también puede ser verdad para cualquier matrimonio, aún cuando las diferencias no sean mayores. Después de todo, no existen matrimonios totalmente libres de conflictos; no hay esposos y esposas que estén completamente de acuerdo en todo. Mi esposa, Ruth, solía decir que, si el esposo y la esposa concordaban en todo, entonces ¡uno de ellos estaba de más! Dios nos dió el matrimonio, porque sabía que necesitábamos de las cualidades y fortalezas del otro.

Muchas veces me pregunto porqué tantos matrimonios fallan hoy en día. Algunas razones pueden ser justificadas, y trágicamente, no todo matrimonio puede ser salvado. Pero estoy convencido que, la mayor razón para que un matrimonio no prospere, es porque le damos a la gente joven una falsa perspectiva del amor. El amor es visto, a menudo, como una emoción o una atracción física.

Pero el amor verdadero -del tipo que Dios tiene por nosotros- renuncia al egoísmo y busca, en su lugar, lo mejor para el otro. Esto sólo es posible cuando nos ponemos en las manos de Cristo y le pedimos que Él sea el centro de nuestras vidas -y de nuestros matrimonios. La Biblia dice: «El Amor es paciente, es amable… No es de deshonesto, no busca el bien propio, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.» (1° Corintios 13: 4-5)