Han pasado cuatro años desde que el Evangelista americano Billy Graham falleció, y aún es difícil imaginar el mundo sin él. Aparte del éxito de sus cruzadas evangelísticas mundiales, sabemos que en el corredor del país más poderoso del mundo, el era la voz calma, ofreciendo guía espiritual a cada presidente americano, desde Harry S Truman a Barack Obama.
Graham llegó a Gran Bretaña en marzo de 1954 para una serie de cruzadas evangelísticas en el Arena Haringey, del norte de Londres. Había un poco de inquietud en las iglesias y también en la prensa por la visita, pero Graham lo dejó todo en claro, respecto a su llegada, en su primer sermón:
«No hemos venido a la ciudad de Londres para salvar Inglaterra. No hemos venido con grandes ideas para decirles que deben hacer. No hemos venido a tratar de reformarlos. Hemos venido… a ayudar a guiar a Gran Bretaña a ganar a los hombres para Jesucristo y a ayudarlos a promover el reino de Dios».
La idea original era que Graham se quedaría sólo una semana, pero la demanda por escucharlo fue tanta que tuvo que quedarse por tres meses.
Por 12 semanas, 12.000 personas llenaron el Arena Haringey cada noche, y aún los últimos días, la demanda para escuchar a Billy Graham era tan grande que los organizadores decidieron mover el servicio de Haringey al Estadio Wembley, para acomodar a 120.000 personas que llegaron para escucharlo.
Aún eso no fue suficiente, y los organizadores volvieron a programar otro servicio, ésta vez, en el Estadio White City al oeste de Londres para 65.000 personas que no pudieron entrar a Wembley.
Haringey fue un enorme éxito y el número de personas que asistió fue impresionante. Cerca de dos millones de personas estuvieron presentes, y 40.000 entregaron sus vidas a Cristo. Un año después, Graham volvió a Londres para una cruzada de una semana. Llovió cada noche excepto por la última, que resultó ser la más fría del año, pero eso no detuvo a las 450.000 personas que estuvieron; y a las 24.000 que rindieron sus vidas a Cristo.
En 1966, Graham volvió para otra cruzada. Esta vez fue a la Corte se Earl en el oeste de Londres. La crítica que había inundado la prensa en 1954, ahora se transformaba en fiebre por la visita. Decían que tanta gente había aceptado a Cristo en las cruzadas por ‘la intensidad emocional’ de la canción insignia de Graham, ‘Tal Como Soy’, la cuál era entonada por el coro cada vez que el orador hacia su aparición.
Sorprendido por la crítica, Graham decidió quitar la música en sus apariciones. Escribiría muchos años después, Cliff Barrows, el director musical de Graham, acerca del efecto causado.
«Pasamos las 30 noches sin una sola nota musical. ‘Tal Como Soy’ siempre había estado en nuestras cruzadas a través de los años. Nunca habíamos hecho algo así. Sólo se oía el sonido de los pasos. Y a la multitud que pedía de vuelta la canción».
Además de la controversia por la canción, la Cruzada en Earl fue noticia nacional por otra razón. En 1960, Cliff Richard era una estrella de pop masiva y cuando anunció su conversión al Cristianismo y su participación en la cruzada, la prensa enloqueció.
Para ponerlo en perspectiva, en términos modernos fue como si Ed Sheeran ubotro artista pop anunciara que se convirtió al Cristianismo y que ahora iría a la Iglesia. En los 60s, Sir Cliff era una estrella masiva y su nueva creencia fue una gran noticia.
Recuerdo muy bien que mi padre me llevó al Estadio, y después de la introducción al escenario, Sir Cliff apareció usando gafas negras de sol, y una guitarra acústica. Al principio, hubo este silencio total ya que ni las personas ni la prensa sabía qué esperar.
En pocas palabras, Sir Cliff confirmó que se había vuelto cristiano y procedió a cantar la conocida canción evangélica ‘No es secreto lo que Dios puede hacer’. Cuando terminó, hubo una ovación, y él se dirigió afuera y repitió el acto para los miles que no pudieron entrar al Estadio. Al siguiente día, ‘Cliff en la Cruzada de Billy Graham’ ocupaba todos los titulares.
Aunque una pequeña comunidad, un poco mayor que la de 1954, asistió al Estadio Earl de parte de los Indios. Ellos disfrutaron del servicio Evangélico y regresaron a sus iglesias renovados y animados. Crucialmente, también se llevaron a casa las canciones de la cruzada y las incorporaron a su adoración cotidiana.
Veinticinco años después, estaba en la BBC, haciendo un programa para celebrar el aniversario de la visita de Billy Graham a Londres. Tuvimos como invitados a Billy y Sir Cliff. Filmando el programa, recordé aquél día y le pregunté a Sir Cliff si volvería a cantar aquella canción. El asintió, tomó su guitarra y lo volvió a hacer.
Cuando editamos, pusimos esta escena junto a aquella hace 25 años en blanco y negro a la par. Fue un momento mágico, para mí como fanático y gran admirador. La vida, para mí, parecía un círculo perfecto.
Usualmente, cuando se filma una entrevista, el productor y presentador acuerda de antemano la línea de preguntas. El entrevistado a menudo no sabe de qué se hablará. Billy Graham estaba de acuerdo con esto y aún así nos brindó las mejores respuestas a lo que preguntamos. «¿Por qué Dios permite…? ¿Dónde estaba Dios cuando…? ¿Si existe Dios, por qué permitió que sucediera…?».
Las respuestas de Billy a preguntas como éstas -que habrá oído miles de veces y aún se las habrá formulado a él mismo- son las mejores que jamás oí:
«Son preguntas que yo mismo le haré Dios cuando me encuentre con Él».
No hay respuesta mejor.