Lucas Hotton, escribió para un final en la Universidad Católica de Buenos Aires, el siguiente trabajo.
La consigna para este trabajo final de la materia, según me fue especificado, consiste en “presentar en el coloquio algún perfil moral relevante en alguien que sea ejemplar en la moral cristiana”. Pensando sobre en quien podría yo basarme para realizar dicha presentación, mi cabeza se inclinaba automáticamente por una persona en la cual, en estos días, no puedo dejar de pensar. Mi padre, Arturo Hotton, fallecido el 3 de enero de este año (van a ser 6 meses desde su fallecimiento el próximo miércoles, 3 de Julio), fue y será sin lugar a dudas, uno de los mayores ejemplos para mí de lo que realmente es la moral cristiana, y por esto es que decidí compartirlo con ustedes.
Como bien vimos en clase, la moral se la puede entender como la puesta en práctica del dogma en el cual creemos como cristianos. Pero a veces puede resultar difícil bajar el gran conjunto de creencias que tenemos a la práctica. Mi padre, en una carta dirigida a mí con fecha del 18 de abril de 2013 en el marco de un evento realizado por la Iglesia con el fin de acercar los hijos a sus padres, me dio una respuesta a este dilema. En esta, él me dice lo siguiente, y es algo que tengo atesorado en lo más profundo de mi corazón:
“Luqui, esto es lo más importante de la vida, amar a Dios y ser personas de bien, reconocidas por “los frutos del Espíritu Santo que viven en vos”. GÁLATAS 5:22. Vos tenés esas cualidades en tu vida porque le das lugar a Dios. Nunca lo dejes ni lo abandones!!”
En Gálatas 5:22-23, el apóstol Pablo afirma que “ (…) el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;”. Por todo esto es que yo llego a la conclusión de que la praxis moral de un cristiano se basa, en gran parte, en reflejar estos frutos del Espíritu Santo en su vida cotidiana y trato con los demás.
Ahora bien, cómo dije anteriormente, mi padre Arturo fue y será el mayor ejemplo, y el más cercano, de lo que realmente significa una vida basada en lo que debería ser moralidad cristiana, según lo dicho anteriormente sobre los frutos del Espíritu Santo.
AMOR: “Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.” (RAE)
Mi padre entregó gran parte de su vida a la causa de la evangelización. El amor por aquellos que no habían entregado su vida a Cristo fue tal que, trabajando junto a la Asociación Billy Graham, organizó y llevo a cabo campañas evangelistas a niveles nacionales en Bolivia (2004), Argentina (2005), Méjico y Filipinas (2006), Uruguay (2007), Brasil (2008), República Dominicana y Puerto Rico (2010), Haití (2011) y Portugal (2011). Todas estas campañas fueron realizadas entre quimioterapias y otros tratamientos contra el cáncer denominado Mieloma Múltiple, el cual el padecía. En muchas ocasiones, sus médicos, con los cuales el trataba su enfermedad, le decían que no podía realizar viajes ya que su cuerpo se encontraba demasiado débil tras haber realizado una quimioterapia, o sus huesos estaban demasiados frágiles para viajar (la fragilidad era causada por el cáncer que atacaba la médula ósea), o sus defensas eran extremadamente bajas como para viajar a lugares como Haití donde abundan las enfermedades. Pero nada de esto lo frenaba para continuar viajando y trabajando por el amor y la pasión que tenía por la causa de la evangelización.
GOZO: “Alegría del ánimo”. (RAE)
En esto me van a tener que confiar, en que mi Padre siempre fue el responsable de las risas en los encuentros familiares por sus chistes y buen humor, a pesar de su condición médica tan frágil. Él nunca permitió que su dolor lo ponga de mal humor y le impida de disfrutar de los momentos en familia. Famoso también por sus pasos de baile, que tantas sonrisas generaban, particularmente cuando sonaba música de los 80´.
PAZ: “Estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud” (RAE)
Desde el primer momento del diagnóstico de una enfermedad terminal, uno se podría fácilmente imaginar como la vida de esa persona se volvería un remolino de sentimientos de confusión, enojo, falta de ánimo, etc. y como esto podría ser fácilmente trasmitido a la familia y cercanos de dicha persona. Pero no, mi padre nunca demostró dicha intranquilidad, ni nos las transmitió a nosotros. Siempre en él se reflejaba mucha paz con la vida que le había tocado y con esto nos daba confianza a nosotros. Siempre, a pesar de todo, no dejó que la inquietud lo dominara, sino que siguió trabajando en lo que Dios le había encomendado. Ejemplos de fortaleza si los hay…
PACIENCIA: “Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse”. (RAE)
14 años… Esta fue la cantidad de años que mi padre padeció la enfermedad. Desde el 2005 (fecha en la que fue diagnosticado) al 2019. A pesar de esto, en esos años, el siguió trabajando, cumplió a la perfección su rol como padre de tres hijos y como esposo, asistía y servía en la Iglesia… todo esto nunca habiendo puesto como excusa su enfermedad.
7. FE: “certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1)
Este fruto del espíritu demostrado en la vida de mi padre es de los más sorprendentes y el de mayor impacto. A pesar de todo, el seguía creyendo en el plan de Dios para su vida. Su Fe nunca tembló. A pesar de que él nunca entendió el porqué de su situación, y nosotros nunca entenderemos porque tuvo que fallecer, su ejemplo de fe nos inspira a nosotros a no dudar en los momentos de dolor ¿Cómo podríamos hacerlo, si él nunca cuestionó su fe? Lo que genera más emoción es reflexionar sobre esto: Uno siempre piensa en que la declaración de fe de un cristiano debería ser “Yo creo en Dios porque Él hizo tal y tal cosa en mi vida”…. Pero como bien me dijo una vez mi abuelo, Arturo Hotton padre, tras el fallecimiento de mi padre: “hay que creer a Dios a pesar de lo que nos toca vivir”. Y esto, ciertamente, es bíblico, ya que como establece Juan 16:33 “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Es en esto en lo que yo creo que mi padre basaba su fe: más allá de lo que nos toque vivir en esta vida, nuestra recompensa se encuentra más allá de la vida terrenal. Es por esto que, la certeza de lo que se espera, para muchos, incluyéndome, era que Dios intervenga en la vida de mi padre con Su omnipotencia y lo sane completamente para Su gloria. Pero esto no pasó, entonces ¿Dios nos falló? ¿Se le olvido la situación de mi padre y para cuando se acordó ya era demasiado tarde? No, esto no puede ser así, y la fe de mi padre me sirve de testimonio para afirmar lo siguiente: Más allá de que si Dios lo hubiera sanado o no, mi padre tenía plena confianza en lo que venía después, esto es, la vida eterna junto a Cristo. En esto se basaba su fe y esperanza. Esta era la convicción de lo que no se puede ver que mi padre tenía como verdad absoluta.
Para los otros 4 frutos que faltan, estos son, benignidad, bondad, mansedumbre y templanza, es difícil hacer un análisis de ellos en la vida de mi padre de forma particular y separada sin ser repetitivo. Por esto, y por necesidad de no extenderme más de lo estipulado, pero sin quitarles la relevancia que cada uno de estos 4 frutos tiene por sí mismo, voy a resumirlo de la siguiente manera:
Una vez más, van a tener que confiar en mi palabra, ya que yo doy fe de que mi padre cumplió con estas características sin lugar a duda. No solo reflejado en la forma en la que nos crio a mí y a mis hermanos, sino también en el trato que siempre tuvo con mi madre, con sus amigos, con gente de la Iglesia y del trabajo y con todos con los que él se relacionaba en el día a día… él era todo eso, a pesar de estar en dolor constante y con un riesgo de muerte impredecible sobre su cabeza. No estoy diciendo que era un santo, como cualquier persona tuvo sus fallas, pero siempre fue esencialmente bondadoso y de temperamento manso.
Por todo esto, yo considero que mi papá, Arturo Hotton, es de los mayores ejemplos de lo que significa poner en práctica nuestras creencias, nuestro dogma cristiano. La moralidad cristiana es justamente esto, vivir de acuerdo a nuestra fe, y mi padre, vivió por fe toda su vida. A pesar de como terminó su historia, no puedo hacer otra cosa más que agradecer a Dios por el padre que me dió ya que, justamente, el fin último al que un padre puede aspirar es ser de ejemplo para sus hijos, y que estos puedan seguir sus pasos. Soberbio ejemplo de vida fue el que dejó Arturo Hotton para todos aquellos que escuchan su historia.