En el antiguo testamento había 5 tipos de ofrendas estipuladas por Dios:
1) Oblación: Era una ofrenda vegetal de acercamiento y adoración a Dios.
2) Ofrenda de paz: Era una ofrenda de agradecimiento y deseo de comunión.
3) Sacrificio por el pecado: Era realizado por personas que creían que probablemente hubieran pecado de forma inconsciente y querían tener la conciencia tranquila de estar limpios y a cuentas con Dios.
4) Sacrificio por la culpa: Se realizaba como consecuencia del arrepentimiento de haber pecado de forma consciente.
5) Holocausto/Ofrenda encendida: Era una ofrenda diferente. Era neta y totalmente voluntaria; y era realizada por aquellos que se querían rendir totalmente ante de Dios y tener una rendición total. Era el arrepenti-miento extremo y la búsqueda de una vida santa, era una acto de adoración en espíritu y en verdad. La ofrenda era totalmente quemada y el humo era olor grato a Dios.
Se puede decir que las primeras 5 tipifican el sacrificio que Cristo hizo por la humanidad. Las primeras cuatro podían ser hechas por cualquiera. Era algo normal. Pero la quinta ofrenda, el Holocausto. Puedo asegurar que cautivaba el corazón del Padre. Jesús, el Hijo de Dios, se dio así mismo como Holo-causto poniendo su vida por la humanidad porque sabía que el Padre nos amaba demasiado.
Jesús lo dio todo, hasta se dio él mismo para sacarle una sonrisa al Padre.
El holocausto de hoy, nuestra vida completa-mente entregada a Dios por amor profundo a Él con un corazón rendido al suyo.
Solo aquel que realmente conoció su amor y su Presencia puede estar dispuesto a rendirlo todo porque cuando lo rendimos todo a nuestro Padre, ese todo que le dimos pasa a formar parte de nuestra herencia. Con Dios no se pierde nunca. ¿Qué esperas para abrirle tu corazón y dejarlo que tome control?
Holocausto es comprar un auto nuevo y darle las llaves a Dios para que elija el destino, de seguro será el mejor.
«Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.» (Romanos 12:1 NVI) Igualmente, así y todo, hubo gente que realizó «Holocaustos» con corazones sin entendimiento de lo que hacían y esto repudió Dios.
“13 No me sigan trayendo vanas ofrendas; el incienso es para mí una abominación. Luna nueva, día de reposo, asambleas convoca-das; ¡no soporto que con su adoración me ofendan! 14 Yo aborrezco sus lunas nuevas y festividades; se me han vuelto una carga que estoy cansado de soportar. 15 Cuando levan-tan sus manos, yo aparto de ustedes mis ojos; aunque multipliquen sus oraciones, no las escucharé, pues tienen las manos llenas de sangre.16 ¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! 17 ¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la viuda! 18 »Vengan, pongamos las cosas en claro dice el Señor. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve!¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana! 19 ¿Están ustedes dispuestos obedecer? ¡Comerán lo mejor de la tierra! 20 ¿Se niegan y se rebelan? ¡Serán devorados por la espada! »El Señor mismo lo ha dicho.» (Isaías 1:13-18 NVI)
Las ofrendas a Dios no son sólo un ritual, algo que se hace por costumbre. La costum-bre que se realiza sin saber por qué es mera religión y no acerca a nadie a Dios.
Las ofrendas que agradan a Dios son las que se realizan con el corazón, sabiendo el motivo por el cual se realizan. Y cuando hablo de ofrenda, que hoy se entiende por dinero, puede ser usado como ofrenda y está perfecto si el corazón del que da siente hacerlo así, a Dios le agrada siempre que sea un acto de amor a Él.
«El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido.» (Salmos 51:17 NVI) El Rey David, hombre con un corazón conforme al de Dios supo decir: “…No voy a ofrecer al Señor mi Dios holocaustos que nada me cuesten…”
(2 Samuel 24:24)
Al Padre, más que nuestras acciones le interesan nuestros corazones. Todo lo que le podamos dar, a veces olvidamos que Él nos lo dio primero. Creo que el sacrificio que a Dios le agrada, más que las cosas que le podamos dar, es la voluntad del hombre (Lo material es de Él); cuando buscamos su sonrisa y resumimos el libre albedrío en la frase: «Solo quiero verte sonreír…»·
El holocausto de hoy no son nuestras cosas, es nuestra voluntad, nuestra vida, nuestro tiempo. Es comprender que todo viene de Él y es por Él y para Él. Rendición total.
Lo fantástico es, como decía al principio que con Dios jamás perdemos. Todo lo material que podemos brindarle como consecuencia de amor a Él, se transforma de vuelta en nuestra herencia, porque de hecho Él es nuestro Padre y también nuestra herencia.
«5 Señor, sólo tú eres mi herencia, mi copa de bendición; tú proteges todo lo que me pertenece. 6 La tierra que me has dado es agradable; ¡qué maravillosa herencia! 7 Bendeciré al Señor, quien me guía; aun de noche mi corazón me enseña. 8 Sé que el Señor siempre está conmigo; no seré sacudido, porque él está aquí a mi lado.» (Salmos 16:5-8 NTV)
Reitero: Holocausto es comprar un auto nuevo y darle las llaves a Dios para que elija el destino, de seguro será el mejor.