«¿Qué combustible ha agregado el Refinador al fuego mientras trabaja para que Jesús sea revelado en tu vida? ¡Él Refinador recientemente ha avivado el fuego debajo de mi!»
Así comienza la revelación de Anne Graham Lotz, ‘la mejor predicadora de la familia’ de Billy Graham (como solía decir su fallecido padre), acerca de su diagnóstico de cáncer de mama.
La evangelista y autora recibió la noticia «el mismo día en que se cumplían tres años del momento en que encontró a su esposo inconsciente en la piscina por un ataque cardíaco, y que falleció dos días después.»
«Cuando me dí cuenta de la extraña ‘coincidencia’ del tiempo, llegué a la escalofriante conclusión de que era un ataque puntual del enemigo. Pero justo en el momento en que ese pensamiento tomaba forma, pude escuchar la suave y gentil voz del Espíritu, recordándome que fue un viernes a la misma hora, entre las 3:00 y las 3:30 de la tarde… en que el Cordero Santo de Dios fue sacrificado.»
«Jesús murió el mismo día de la semana, a la misma hora del día en que yo recibía la mala noticia, aplastando la cabeza de la serpiente, y derrotando para siempre al diablo y a la muerte. ¡Alabado sea el Señor!», escribió Anne. «La Cruz… La Sangre del Cordero de Dios… derrotó cualquier cosa que el diablo pueda utilizar contra nosotros. Así que me he entregado por completo a adorar y confiar en que Dios tiene todo bajo control. Todo.»
Como respuesta a la preguntas de sus seguidores acerca de cómo orar, Lotz citó a Amy Carmichael, una famosa misionera irlandesa que está en India, cuya «elocuente oración le ha dado las palabras para expresar el deseo de su corazón.» La oración dice así:
De la oración que pide protección
de los vientos que sobre ti golpearon,
de temer cuando debería aspirar,
de vacilar, cuando debo ascender,
del cómodo yo, libra ¡Oh, Capitán!
Al soldado que va de ti en pos.
Del deseo sutil de buscar lo suave
de las elecciones fáciles, debilitadoras,
no es así como el espíritu se fortalece
ni el camino que el Señor anduvo,
De todo lo que haga luminoso el Calvario,
¡Oh, Cordero de Dios, líbrame!
Dame el amor que guía el camino
la fe que nada hace desmayar,
la esperanza que nunca se agota
la pasión que quema como el fuego
No me dejes abatir por ser un necio,
Hazme tu combustible, ¡oh Llama de Dios!
Lotz pidió a sus lectores que oraran a Dios por su sanidad ‘de la manera que llevé más Gloria a Dios’, ya sea con o sin cirugía, «o a través del gran milagro de la resurrección.»
«Por favor oren por mí… y por mi familia… mientras seguimos al Buen Pastor por ese Valle de Sombras. El foco central de nuestras oraciones es que nuestra fe sea purificada, que Dios sea glorificado, y que Cristo sea magnificado en cada paso que tomemos en este viaje, hasta que el Refinador vea Su Propio Reflejo en mi vida.»