Muchos de los cristianos que más admiramos han sido encarcelados a causa de Cristo. Creyentes como Corrie Ten Boom y Richard Wurmbrand son recordados como gigantes de fe y perseverancia, bendecidos con un sentido peculiar del poder y presencia de Dios incluso en medio de sufrimiento extremo. En Rehén de Dios: Una Historia Verdadera de Persecución, Encarcelamiento, y Perseverancia, el pastor y misionero Andrew Brunson provee un recuento crudo de su propia experiencia como prisionero del gobierno Turco. Aun así su historia es una historia de dudas así como de fe, de depresión, así como también de esperanza. La escritora y ex misionera Jackyn S. Parrish habló con Brunson sobre el sufrimiento, crecimiento, y dependencia en Dios en la cara de la desesperación.
¿Puedes darnos un trasfondo de por qué fuiste encarcelado?
Mi esposa, Norine, y yo fuimos misioneros en Turquía por 23 años, y nunca tratamos de esconder nuestro trabajo. Nos sorprendimos cuando fuimos detenidos. En el 2016 hubo un intento de golpe, pero eso no cambió los puntos de vista del gobierno. Yo creo que les dio la oportunidad de hacer muchas cosas que desde antes habían querido hacer. No tuvo nada que ver con nuestro arresto; eso sólo creó un ambiente muy tenso.
Cuando nos llamaron, pensamos que nos iban a dar nuestros permisos de residencia. Pero entonces ellos nos dijeron, «No, están siendo arrestados para deportación». Norine fue liberada después de 13 días, pero decidieron quedarse conmigo. Hay varias razones, y estas cambiaron conforme el tiempo avanzaba, pero el gran punto aquí es que querían hacer un ejemplo de alguien, de un misionero, para intimidar a otros misioneros para que ellos se auto-deportaran. Y ellos también querían intimidar a los creyentes locales. En algún punto, el gobierno decidió quedarse conmigo como un peón político, una ficha para negociar. Querían concesiones de Estados Unidos.
Pero hay dos asuntos aquí, uno humano y uno espiritual. Creo que hubo un drama más grande que sucedía detrás de los tratos políticos, el cual fue historia de Dios, lo que Él estaba consiguiendo a través de mi encarcelamiento.
Tú explicas que tus dos miedos más grandes en prisión eran perder tu fe y perder tu sanidad mental. ¿Cómo animarías tú a otros creyentes quienes están batallando para mantener su fe y cordura en medio del sufrimiento y trauma?
Sea lo que sea por lo que estás pasando, si estás trabajando para Cristo y su reino, entonces es muy precioso para Él. Durante el día yo me repetía a mí mismo que había un propósito en mi sufrimiento, que Dios estaba involucrado, y que tenía valor eterno porque fue sufrido por su causa.
Es especialmente importante, diría yo, guardarse contra el resentimiento. Me sentí abandonado por Dios, y en esas circunstancias era fácil dejar que mi corazón se enfriara. Cuando parecía que Dios no estaba respondiendo mis plegarias para su presencia, me imaginaba una caja, donde guardaba bajo llave todas mis preguntas y dudas y me rehusaba a pensar en ellas otra vez. Como Norine me recordó, «Cualquiera que sean las dudas que tienes, Dios sigue siendo el mismo. Él es fiel. Él es verdadero. Él es amoroso. Él es bueno».
Tú también explicas como tu crisis de fe fue incomprensible para tus compañeros de celda Musulmanes, ya que ellos tenían expectativas de Alá completamente diferentes de las que tenías del Padre. En luz de eso, ¿Cómo dirías que nuestra visión de Dios indica como sufrimos?
Mi crisis de fe no fue un asunto de estar encarcelado. Eso es persecución, y el Libro de Santiago promete que eso pasaría (1:2). Fue más el sentimiento de abandonamiento. Yo esperaba que la fuerza fuera derramada en mi. Esperaba sentir un sentimiento sobrecogedor de gracia. Cuando esto no sucedió, me volví suicida.
Tenía preguntas sobre su amor, lealtad, y fidelidad, pero realmente Él tenía preguntas para mi. «¿Vas a ser leal? ¿Me vas a amar? ¿Vas a seguir siendo fiel incluso si te sientes abandonado y decepcionado?» Estaba siendo probado, y fue doloroso. No hay recompensa más grande cuando tu fe es puesta a prueba y resulta verdadera. Te lleva a un nivel nuevo de intimidad con Dios.
Una cosa en la que yo realmente traté de enfocarme fue en cultivar el temor a Dios: teniendo una perspectiva eterna, ver las cosas a través de sus ojos. Yo sabía que si temía a Dios de la forma en que Isaías lo hizo, estaría más dispuesto a pasar cualquier dificultad, lo cual confirmaría que Él es merecedor de mi dolor y sufrimiento.
También me agarré fuerte a la promesa de que Dios haría que todo estuviera bien al final. Eso no significa sed de venganza. Sólo significa que mientras que Jesús es representado como un cordero – puro, inocente, sacrificatorio – Él también es representado como un león fiero. Algún día, aquellos quienes persiguen a mis hermanos y hermanas van a encontrar a Jesús. Si se han rendido a Él lo encontraran como un Cordero. Y si no, lo encontraran como un León. Ellos lo conocerán y Él hará todas las cosas para bien.
En tu epílogo de cómo tu historia fue la pequeña parte de una historia más grande que Dios estaba tejiendo. ¿Como has visto tú que Dios use tu sufrimiento y tu fidelidad?
En el 2009, yo creía que Dios me estaba llamando a Turquía para preparar la cosecha de almas para Cristo. En el 2016, cuando fuimos detenidos, mi pensamiento fue, «Espera, esto no puede ser. Esto parece como si Dios estuviera terminando antes de tiempo mi tarea». Pero aprendí a ver mi encarcelamiento como una parte crucial de preparar la cosecha, principalmente por el movimiento mundial de oración el cual comenzó a raíz de esto. Esto fue algo que Dios inició, Dios sustentó, Dios dirigió. Un tsunami de oración cayó en Turquía. Era como si Dios estuviera diciendo, «Yo puedo sacarte, pero si estas dispuesto a quedarte, yo haré algo más grande».
Hacia el final del libro, mencionas que, a pesar de lo terrible que fue la odisea en prisión, tu «extrañas estar tan completamente dependiente de Dios». ¿Cómo podemos cultivar ese tipo de intimidad con Dios, donde sea que la vida nos encuentre?
A veces las circunstancias extremas son necesarias para empujarnos hacia Dios. Sin ellas, nuestra inclinación natural es declinar en fidelidad, y tenemos que ser deliberados sobre cultivarla. Algunas veces, me encuentro a mi mismo orando, «Señor, no tengo hambre de ti, pero realmente quiero tenerla». Como diría mi esposa, «No hay substituto para el tiempo que pasamos con Dios».
Cuando me levanto cada mañana, trato de enfocarme a mí mismo al decir, «Jesús, la única cosas que importa es lo que pienses de mí cuando esté frente a ti, así que quiero vivir de acuerdo a eso. Quiero que todos mis esfuerzos tengan tu gloria en mente». Eso es lo que animo a otras personas que hagan.