Los huérfanos en Nueva Delhi, India, no lo saben aún, pero van a recibir algo especial, de alguien que nunca han conocido. Al otro lado del mundo, en Virginia, Estados Unidos, Connie Vitolo de 95 años ha pasado el último año tejiendo cobijas para los niños, una puntada a la vez. «Yo oro por cada una. Oro a Jesús y le doy gracias cada día. Cuando termino una cobija digo: ‘Gracias Jesús, no me dejes morir antes de terminar mi cobija’», dijo la anciana.

No hace mucho, a Vitolo no le importaba si vivía o moría. Tras una terrible caída, tuvo que dejar su casa en Nueva Jersey para vivir con su hija en Virginia. Poco después, entró en depresión. «¿Qué hago aquí? Y dije: Quiero que Jesús me llame a casa. Pero mi hija me dijo: No, Él aún no te quiere allí», indicó Vitolo. «Yo oré y dije: Señor, pongo todo en tus manos y confío que vas a mostrarle el camino, para que encuentre su propósito aquí. Y así lo hizo», asevera Anne Farrell, hija de Vitolo.

Anne vio un anuncio que pedía voluntarios para crear artículos para huérfanos en la India y así, Vitolo encontró su propósito. «Ella realmente disfruta mucho hacer esto. Puede hacerlo todo el día y no se cansa», dijo la hija. «Lo que esa señora hace es increíble, es algo que le da vida y también trae vida y nutre a un niño en otro país», expresa Ranjit Abraham.

Ranjit fue quien junto a otros compañeros universitarios formaron la organización que hoy brinda ayuda a los más necesitados en la India. “Cobijas hechas a mano, para cubrirlos con calor y amor. Ellos ven a la señora Vitolo como un ejemplo perfecto. «Jesús tiene un propósito para todos nosotros. Pero nunca pensé que sería así para mí. Estoy muy feliz, honrada y humillada. Jesús, te amo y te doy gracias. Te alabaré todos mis días, hasta que llegue a casa contigo», añadió Vitolo.