El pasado sábado, unos 80 refugiados convertidos al cristianismo fueron bautizados por la Iglesia Persa Cristiana “Alfa y Omega” en un parque público de la ciudad de Hamburgo, según un reportaje de la revista alemana Stern. La ceremonia es sólo una pequeña evidencia de la cantidad de refugiados que abrazan la fe cristiana en Alemania, según explica el pastor Albert Babajan. En su iglesia, cuenta, se han bautizado más de 190 cristianos en el 2016.

“Hoy es un gran día para nosotros, comienza una nueva vida”, dijo uno de los bautizados. La mayoría de los que se están bautizando vive actualmente en centros de acogida de refugiados en la región. Otro cristiano explica: “En el Islam vivimos en el miedo. Miedo a Dios, miedo a pecar, miedo al castigo, pero Cristo es un Dios de amor”.

Sin embargo, estos bautismos tienen algunas críticas. Algunos piensan que las conversiones de los refugiados son una forma de asegurarse el derecho a asilo, con el argumento de que un refugiado no sería devuelto a un país donde su nueva fe es perseguida.

573c4c2f923e4_5735a75eca5b6_massentaufe5420Pero la realidad es que llegar a ser cristiano no significa necesariamente tener más posibilidades de quedarse en Alemania. En el ámbito legal, lo que más cuenta es haber cambiado de religión en el país de origen. Además uno debe defender su conversión frente a un jurado e incluso la iglesia donde ha sido bautizado debe respaldarlo.

“Si tengo la impresión de que alguien no cree de corazón, no lo bautizo”, dice el pastor Babajan. “No pido que se aprendan oraciones de memoria, sino que les pregunto qué ha cambiado en su vida tras la conversión. La fe cristiana cambia nuestra forma de pensar, nuestra visión del mundo”.

Según el pastor, sólo entre el 20% y el 30% de las personas que asisten a su iglesia están interesadas de verdad en conocer el evangelio. Aquellos que quieren bautizarse deben pasar por un curso para aprender las doctrinas básicas de la vida cristiana.

Por otra parte, convertirse en cristiano trae nuevos desafíos a estos refugiados. “A menudo escucho a miembros de mi iglesia que son amenazados en los centros. En los últimos meses, han pasado de las hostilidades verbales a ataques físicos”, comentó el pastos.

Una solicitante de asilo que empezó a seguir a Jesús, explicó: “Cuando mis amigas supieron que me había convertido al cristianismo, dejaron de relacionarse conmigo”. A pesar de ello, el periodista de Stern escribe que ella tiene “lágrimas de alegría” antes de pasar por las aguas del lago Hamburger.