«El les dio vida cuando estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales andaban en otro tiempo siguiente la corriente de este mundo conforme al príncipe de la potestad del aire, que ahora opera en los hijos de desobediencia» Efesios 2:1
Un pastor, de cuya existencia me enteré por un canal on line, antes de comenzar a predicar, declara y hace declarar a su congregación estas palabras:
» Yo soy todo lo que la Biblia dice que soy, y tengo todo lo que la Biblia dice que tengo»
Con estas palabras en mente me acerco al versículo de Efesios 2 y encuentro que dice algunas cosas bien interesantes: lo primero es que Dios nos dio VIDA. Todos los verbos de este pasaje están conjugados en tiempo pasado. El nos dio vida y para completar este pasaje, el de 1 de Juan 5:11 declara que esta vida está en su Hijo Jesucristo. Y El nos dió esta vida cuando estábamos muertos.
¿ A qué tiempo y circunstancia se refiere ese antes y este ahora?
Porque cualquier persona podría pensar que tiene vida desde el momento en que palmearon su espalda y se produjo el primer llanto y aliento de vida, lo cual es cierto en alguna manera. Pero en este pasaje Pablo está hablando de una clase de vida que no es física sino espiritual. El espíritu nuestro estaba muerto a causa de nuestros delitos y pecados. Muertos y AHORA vivos.
En delitos y pecados andábamos en otro tiempo, otra vez usa el tiempo pasado, quiere decir que antes andábamos en ellos y AHORA no andamos más en esos caminos.
Antes nuestro caminar tenía dos características: nuestros pasos iban conforme a la corriente, en el sentido en el que va el mundo. Esta modalidad y estructura pensamos que la determina la moda o la cultura en realidad la dispone el príncipe de la potestad del aire, que es Satanás. Muchos cristianos reniegan de esta realidad espiritual. Creen en Dios pero no les hables de ángeles ni demonios. Y segundo: El hombre negando esta verdad no entiende que no es libre, que es guiado por sogas invisibles que lo inclinan al mal conforme a su naturaleza pecadora. Ese es el espíritu que opera en los hijos de desobediencia.
Alabemos a Dios que nos ha librado de ese viejo yo, que era arrastrado hacia el mal y dejemos que el Espíritu Santo que hoy es el que vive en nosotros nos lleve por sendas completamente nuevas.