5. No mostrar afecto físico.
Desde el vientre, el embrión necesita la caricia de su madre y escuchar su voz, les da seguridad y significado de sentirse amado.
Las caricias son muestras de cariño que tienen un efecto positivo si son de la persona que amamos, con el simple hecho de tocar a alguien mejora el desarrollo cognitivo y emocional.
Por ejemplo: dar un abrazo, un beso en la frente, acariciar su rostro, dar una palmada, acariciar su pelo.
6. No pasar tiempo a solas con ellos.
“Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.”
Deuteronomio 6:6-7
Dios nos Enseña a que le dediquemos tiempo a nuestros niños; estando en casa, en el camino, al salir de nuestro hogar o de vacaciones, cuando se levantan y cuando se acuestan.
Esto sugiere vacíos de afecto que pueden, en muchos casos, llevarlos a llenar necesidades psicológicas profundas como seguridad, comprensión, protección, orientación e identidad, en otros lugares diferentes de la familia, siendo los amigos o compañeros del club , vecinos o un desconocido en las redes sociales. Esto será una influencia no siempre positiva para su vida.
Es clave que cuando los padres estén con sus hijos realmente estén presentes, no mirando el celular o la televisión o resolviendo problemas de trabajo.
7. Ser sarcástico y compararlos con otros niños
El sarcasmo es un arma peligrosa que tiene doble filo y que seguramente, hemos aprendido de nuestros padres.
Herirá sus sentimientos, y tendrá baja autoestima, pues genera inseguridad, no te querrá escucharte la próxima vez. Lo alejará de ti, faltándote el respeto en poco tiempo y cuando sea adulto, lo repetirá con su familia.
Ejemplo: “¿Eres tonto o torpe que no me entiendes?”, cuando lo que quieres decir es: “espero que me entiendas”. Sé que la próxima ver lo harás mejor porque confío en ti.
“Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido.”
Proverbios 3:11-12 (NVI)
Photo by Luke Pennystan on Unsplash