¡¡Hola a todos!!

Mi nombre es Mariana Baioni, actualmente abogada independiente. Quería compartir una pequeña reflexión acerca del rol que tenemos los abogados en la sociedad y que es posible servir a Dios con la profesión. Alguien me dijo una vez “¡Cómo vas a estudiar abogacía! Si los abogados son todos mentirosos…” a lo que respondí que “el hecho de ser abogada no implica que deje de ser cristiana, que mis convicciones y creencias no varían y que justamente porque había muchos mentirosos, había que ofrecerle algo diferente a la gente…”  al comenzar la carrera me enamoré de cada clase, de todo lo que se enseñaba y debatía en cada encuentro, de los principios del derecho de cada rama, del sentido de la justicia y demás…

Llegué a la profesión por haber atravesado un despido en 2012… un día me dijeron al entrar al trabajo “andá a tu casa y esperá el telegrama, ya no podés entrar”; es muy duro y frustrante atravesar por ésta situación, se te cae el mundo en un segundo, llorás, le preguntás a Dios: ¿Por qué?; obviamente en lo económico toda tu familia está afectada porque el dinero con el que contabas todos los meses no está, tenés que acomodarte con lo que hay… Ni hablar de las consecuencias psicológicas que trae el despido, entré en una profunda angustia, me seguía levantando para ir a trabajar, tenía sentimientos de bronca, de un dolor profundo ante la injusticia, ante la traición de tus propios compañeros de trabajo, ves la bajeza humana, el egoísmo que siempre estuvo pero que sale a luz en éstas situaciones; comienza un derrotero por tratar de hacer valer tus derechos.

Buscando abogado/a que me patrocine, vi realmente el interés que mostraban cuando les decía que tenía 17 años de antigüedad. Algunos parecían desesperarse y se notaba, de 5 que consulté, solo 1 aceptó cobrarme el 20% por llevar mi caso, es el porcentaje correcto y legal vigente, sin embargo, había letrados que querían un 33%. Me interioricé y busqué legislación al respecto, pude apreciar que a veces la mala fama que tenemos es porque por uno pagamos todos y que ese uno en realidad no es uno sino varios.

Busqué testigos, envié cartas documentos, pruebas… mi abogado me orientaba y yo hacía todo lo que él decía hasta el día de la audiencia. Con los testigos presentes pude impugnar a varios porque eran parte de la empresa y un testigo debe ser un tercero imparcial, no parte interesada en el pleito. Comenzó una negociación con cada parte para arribar a un acuerdo y vi que la Justicia no es tal Justicia… que los derechos no son absolutos, que los jueces no siempre nos respetan como personas, recibimos maltrato junto con mi abogado y la verdad que llegamos a un arreglo no muy reparador del daño causado, algo mínimo. Esa audiencia me afectó mucho, después de un año de haber perdido el trabajo, veía a ex-compañeros de trabajo, a los encargados, a quienes yo ayudaba y servía reírse de mi situación y disfrutar, se te vienen muchos pensamientos pero sé que Dios estaba en el asunto, que nada ocurre si Él no lo permite, que aunque emocionalmente era débil, en Él era fuerte, que aunque quebrada emocionalmente, estaba en pie! En un momento lloré y mi abogado puso la mano en mi hombro y trató de consolarme, aún no siendo cristiano, era el único que mostraba humanidad. Luego de ese día siguieron gestiones judiciales que hice sola, trámites necesarios y demás, de los que permanentemente mi abogado me guiaba, le preguntaba todo el tiempo… me quedé pensando en la crueldad del sistema, en la falta de empatía con el que padece, en la arrogancia del que tiene un cargo y que es necesario cambiar… me picó el bichito pero me sentía tan lejos de poder hacer algo…

Haciendo una suplencia en una farmacia, al tiempo de esa audiencia se presenta una señora con todo el brazo vendado, suplicando un presupuesto de una lista de remedios, cuando le pregunté que le había pasado, se largó a llorar y me contó cómo se había electrocutado en un negocio al abrir una heladera para sacar una gaseosa, una situación traumática a la que tuvo que asistir el personal policial por la gravedad…; de pronto su vida cambió, no podía trabajar, no tenía ni para los remedios que necesitaba para recuperarse…me dijo: “fui a ver un abogado y me dijo que me ayudaba si le doy el 50% de lo que yo saque…”, me acordé de mi derrotero por encontrar a alguien honesto, que cumpla la ley de honorarios! Me dio tal indignación que fui a la Universidad donde me había anotado unos meses antes para enfermería y cambié la carrera, dije “tiene que haber abogados honestos”, no puede ser que se trate de tener suerte, se trata de que quien estudió la ley la cumpla y pueda ser la voz del que necesita ser oído y amparado por un Juez ante una vulneración de derechos.

Entrar en los detalles sería tan extenso, hice mi carrera dejando a mis hijos en el colegio al medio día y buscándolos cuando salía de cursar, llevaba mis apuntes a todos lados con tal de avanzar, falté a compromisos, eventos sociales, a veces a la iglesia, por quedarme estudiando… hasta que un día terminás el plan de estudios ¡¡Y te recibís!! Dios me ayudó en cada examen, mi familia, mis hijos. A los 42 años, cursando el último año fui mamá nuevamente… eso demandó más esfuerzo aún, ¡Ni se imaginan cuánto! Con una cesárea que no cicatrizaba, con tantos dolores, con contracciones muchas veces y mareos al cursar, con llevar a mi bebito a las clases, con profesores y compañeras que me tenían a mi hijo mientras rendía, etc, etc… hoy si lo razono no sé cómo lo logré, sólo sé que Dios me sostuvo, que era mi sueño y lo logré, que miro atrás y no puedo dejar de decir EBENEZER!! Cada caso es diferente, a veces complejo, a veces un trámite administrativo, a veces tan difícil emocionalmente… pero sé que puedo dar verdad, honestidad, porque mi compromiso es con aquel que día a día me sostiene, imposible que niegue mi fe porque cada día Jesús es mi fuerza y sostén y me aferro a Él para seguir avanzando. Avanzamos lento pero seguro, con pasos firmes, viendo como Dios va abriendo puertas aunque no todo es color de rosas, como todo en la vida.

Desde el lugar que nos toca podemos alumbrar, no con palabras sino con hechos, con valores, mostrando convicciones en un mundo tan cambiante, tan falto de ética y verdad. Nunca es tarde para capacitarnos, para lograr nuevas metas. No es fácil, claro que no, pero si los que no tienen a Dios lo hacen, como nosotros no nos vamos a animar a sembrar nuestro granito!! EBENEZER!! 

Hoy siendo el mes del día de la mujer, me siento muy orgullosa de serlo, de lo que logré gracias a Dios! 

Dra. Mariana Baioni 

 

Photo: Debby Hudson / Unsplash