Una serie de mortales ataques militantes dirigidos contra cristianos en la parte noreste de Burkina Faso, el una vez pacifico estado del país Occidental Africano, han sacudido a la comunidad cristiana.

A principios de este mes, el presidente de la Conferencia Episcopal de Burkina Faso y Niger, Obispo Laurent Dabiré, le dijo a Aid to the Church in Need (Ayuda a la Iglesia en Necesidad) que los cristianos están en peligro de «eliminación» del país debido a los ataques en curso contra su comunidad perpetrados por extremistas islámicos.

Su advertencia llega conforme la violencia de los extremistas islámicos a través de la región Sahel en el Oeste de África ha aumentado desde el 2016.

Dabiré detalló un ataque de junio 27 que ocurrió en la Diócesis de Ouahigouya en el norte, el cual, de acuerdo a la caridad papal, fue el quinto ataque contra cristianos en el noreste de Burkina Faso desde principios del 2019.

El ataque de junio 27 sucedió en la villa de Bani durante un tiempo cuando los residentes de la aldea estaban reunidos en un mismo lugar.

«Los islamistas llegaron y obligaron a todos a acostarse boca abajo en el suelo», dijo el obispo. «Entonces los revisaron. Cuatro personas tenían puesto un crucifijo. Así que los mataron porque eran cristianos».

Debiré dijo que después de asesinar a los cristianos que traían crucifijos, los extremistas le dijeron a otros aldeanos que también los matarían si no se convertían al Islam.

De acuerdo a Aid to the Church in Need, por lo menos 20 cristianos han sido asesinados en los cinco ataques perpetrados este año contra las comunidades cristianas. Otros ataques han ocurrido en las Diócesis de Dori y Kaya.

Además de los ataques en Burkina Faso, los grupos extremistas también han llevado a cabo masacres en países como Mali y Níger y en los años recientes más de 4 millones de personas han sido forzadas a huir de sus hogares.

«Al principio solamente estaban activos en la región fronteriza entre Mali y Níger», dijo Dabiré. «Pero han ido avanzando lentamente al interior del país, atacando al ejército, estructuras civiles y a las personas. Hoy en día su principal objetivo parece ser los cristianos y creo que están tratando de desatar un conflicto interreligioso».

En abril, hombres armados mataron a cinco feligreses católicos y a su sacerdote mientras salían de un servicio de la iglesia en Silgadji.

En mayo, cuatro católicos fueron asesinados mientras transportaban una estatua de la Virgen María durante una procesión Mariana.

En Burkina Faso, los musulmanes comprenden más del 60 por ciento de la población. La población cristiana conforma más del 20 por ciento de la población, muchos de los cuales son católicos.

A principios de junio, aproximadamente una docena de hombres armados mataron a por lo menos 19 personas en el pueblo norteño de Airbinda en Burkina Faso.

Dabiré advirtió que jóvenes de la región también se han unido a las fracciones extremistas.

«Esto incluye a jóvenes que se han unido a los yihadistas porque no tienen dinero, no tienen trabajo y no hay prospectos, pero también hay elementos radicalizados quienes están involucrados en estos movimientos los cuales ven como una expresión de su fe islámica», dijo él.

De acuerdo a las Naciones Unidas, tantas como 70,000 personas han huido de sus hogares en un periodo de dos meses a principio de éste año como resultado de la quema de escuelas y asesinatos de civiles inocentes perpetrados por grupos armados.

Y más de 100,000 personas han sido desplazadas en Burkina Faso, añade la ONU, con más de la mitad de ellos que fueron desplazados desde el comienzo del 2019.

De acuerdo al Centro Africano para Estudios Estratégicos, un tanque de pensamiento (think tank) con base en Washington, en el 2018 hubo 137 eventos violentos con 149 muertes atribuidas a los ataques de extremistas islámicos.

Hasta mediados del 2019, la organización reporta que hubo 191 episodios de violencia y 324 muertes. Esos ataques principalmente han sido llevados a cabo por tres grupos diferentes: el Estado Islámico en el Gran Sahara, el Frente de Liberación Macina y Ansaroul Islam.

«Ansaroul Islam ha jugado un rol descomunal en la desestabilización del norte de Burkina Faso», así lo indica un reporte del mes de julio publicado por el tanque de pensamiento. «De el 2016 al 2018, un poco más de la mitad de los eventos violentos de militantes islamistas en Burkina Faso fueron atribuidos a Ansaroul Islam. Estos ataques estuvieron concentrados en la provincia norte de Soum y agrupados alrededor de la capital provincial, Djibo».

El reporte indica que Ansaroul Islam ha llevado a cabo un porcentaje más alto de ataques contra civiles más que cualquier otro grupo militante en la región. A parte de las 100.000 personas quienes han huido de sus hogares, el tanque de pensamiento hace notar que la violencia ha forzado a 352 escuelas a cerrar sus puertas en la provincia Soum.

Sin embargo, Ansaroul Islam sólo ha sido asociado con 16 ataques violentos y siete muertes hasta mediados del 2019, sugiriendo que este año el grupo ha jugado un rol disminuido en la escala de violencia.

«También se especula que un número de militantes se han separado de Ansaroul Islam, uniendose a FLM ó ISGS (por sus siglas en inglés) después de la muerte del

líder Ibrahim Malam Dicko en mayo del 2017», así lo indica el reporte del tanque de pensamiento. «Ambos grupos militantes islamistas son bien conocidos en la región y hábilmente utilizan los medios sociales así como herramientas de comunicación».

Como lo indica el Washington Post, muchas de las víctimas de la escalada en violencia extremista en Burkina Faso han sido musulmanes. Pero los ataques dirigidos a los cristianos representan un cambio pasando de matanzas indiscriminadas a tratar de dividir las comunidades.

Illia Djadi, analista principal de Puertas Abiertas Internacional para el área Africana de sub-Sahara, le dijo al periódico que parece ser que los militantes están usando la estrategia de «divide y vencerás».

Chrysogone Zougmore, quien dirige el Movimiento Burkinabe Para Los Derechos Humanos de la Gente, le dijo al Washington Post que los ataques extremistas dirigidos a las comunidades cristianas están «plantando las semillas de un conflicto religioso».

«Quieren crear odio», explicó Zougmore. «Ellos quieren crear diferencias entre nosotros»